LAS ELECCIONES NORTEAMERICANAS. UN BALANCE PREMATURO

LAS ELECCIONES NORTEAMERICANAS. UN BALANCE PREMATURO

USA5386. MIAMI (FL, EEUU), 07/11/2020.- Seguidores del presidente Trump, muchos de ellos cubanoamericanos, protestan contra los resultados de las elecciones hoy sábado frente al cubano restaurante La Carreta en Miami, Florida. La latente exasperación de los seguidores de Trump ante el resultado de las elecciones proyectado por la mayoría de los medios del país vislumbra unos días complicados, largos y con posibles disturbios en el otro EE.UU., la "América profunda" en la que el presidente saliente tiene más tirón. EFE/Giorgio Viera

Escribo este artículo el lunes 9 de noviembre, sin todavía finalizar el conteo de los votos en algunos estados, como Alaska, que están en pleno proceso de hacerlo. Pero a estas alturas, el ganador indiscutible es Joe Biden y Kamala Harris. El pueblo habló: ejerció su derecho y expresaron su voluntad.

Por primera vez en la historia norteamericana se elige a una mujer. Que tiene la particularidad, además de su brillante carrera profesional y política, de ser hija de migrantes y de color.

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Si bien es cierto que esta fue la elección donde hubo una participación récord, no menos cierto es que fue muy reñida, y el candidato demócrata, aunque obtuvo la mayoría total de los votos, su opositor, el muy polémico presidente Donald Trump, aumentó el número de votantes a su favor con respecto al año 2016.

No cabe dudas que ganó la democracia y ganaron los demócratas. El terrible manejo de la pandemia por parte de Trump, fue uno de los principales factores que le hizo fracasar en su intento por repetir por cuatro años más (¿se lo imaginan?).

Hoy, 9 de noviembre 2020, hay 10.1 millones de infectados y 238 k muertos; una cantidad que supera a los fallecidos en combate en las guerras de Vietnam, de Corea, de Irak, del Golfo y de Afganistán. El COVID-19 ha dejado más muertes que los norteamericanos fallecidos que en la Primera Guerra Mundial, que fueron unos 116,516 muertos.
No niego que quería que ganara el Partido Demócrata.

No podía seguir siendo testigo de los desatinos de este ego inmanejable del presidente derrotado. Su posición sobre el cambio climático, en contra de los migrantes, y su racismo visceral que ha generado graves tensiones y divisiones, no podían seguir. Una gran parte del pueblo votó en contra de esa política de enfrentamiento racial y social, de poca humanidad y de tanta agresividad. Incluso muchos republicanos sensatos, han expresado públicamente que votaron en contra de su partido, porque no podían seguir permitiendo que la división en el pueblo norteamericano se profundizara.

Para nosotros, los pueblos de América Latina y el Caribe, el triunfo de los demócratas ¿qué puede significarnos? Lo he pensado bien. No caben dudas que las tensiones generadas por el presidente derrotado y despedido (“You are fire”) del gobierno y creo que también del partido, le hicieron que su política exterior no fuera una prioridad ni en su discurso ni en sus acciones.

Durante los 4 años de Trump, el Gran Caribe no era de interés para su gobierno. Este aparente “abandono” ha permitido que otra potencia, con la paciencia oriental, comenzara a penetrar en todas las esferas de la región: China.

Ha ganado adhesión de casi todos los países que tenían relaciones diplomáticas con la República China de Taiwán, y su inversión en casi todos los renglones de la economía haya crecido de manera exponencial. ¿Será América Latina prioridad en la política exterior de Biden? Es muy temprano para saberlo.

Sin embargo, el voto latino fue decisivo en su triunfo, gracias a la agresiva política migratoria de Trump, que incluso separó familias y hay más de 500 niños alejados de sus familias.
El nuevo gobierno tiene muchos frentes:

  1. Enfrentar la crisis sanitaria es la urgencia más inmediata. Vi con buenos ojos el hecho de que ya nombró una comisión para que diseñara una estrategia global.
  2. La gran crisis económica generada por la pandemia.
  3. Enfrenar los grupos extremistas de izquierda y derecha. Los primeros con tacto porque muchos lo apoyaron, y los segundos con fuerza porque están muy armados y llenos de ira.
  4. Recomponer el liderazgo de los Estados Unidos ante los organismos mundiales, entre ellos, Naciones Unidas, la Organización Mundial del Comercio y el Acuerdo de París.
  5. Enfrentar al islamismo extremista que ha comenzado a reactivarse, y Francia ha sido en estos momentos uno de sus objetivos.
  6. Recomponer el liderazgo y sus alianzas estratégicas con el G-20, pues se ha peleado con todos los tradicionales aliados de los Estados Unidos.
    Lo triste de esta situación es que el presidente saliente, derrotado y repudiado por el mundo entero no va a aprender de esta lección. Su ego es demasiado poderoso para reconocer que su política fracasó y que se ha quedado solo.
    El Partido Republicano tiene la oportunidad ahora de reunificar y recomponer sus fuerzas. El estilo del mandatario despedido (“You are fire”) dividió al partido que lo llevó al poder. Su voluntad egoísta era superior a las directrices y los consejos de sus partidarios. Sabía más que los científicos que le aconsejaron a enfrentar la pandemia. Sugirió, así de la nada, que quizás ingerir algunos desinfectantes podría servir para combatir el virus (¡Dios mío cuánta ignorancia e insensatez!). Él sabía más que los ambientalistas. Negaba, niega todavía una verdad indiscutible: el cambio climático, a pesar de que su país vivía cotidianamente tragedias ambientales: los fuegos de California, los huracanes frecuentes en el área del sureste del país, las nevadas inexplicables, en fin, un sin número de casos que a cualquier ser humano (¿acaso lo es?) tendría que llamarle la atención.
    Ahora estamos a la espera. No sabemos si tendrá la entereza de reconocer su derrota, a pesar de que su propio yerno, su principal asesor, le aconsejó que lo hiciera. A pesar de que líderes del partido, como el expresidente Bush, felicitaran al nuevo presidente electo.
    Reconocer la derrota, aceptar los resultados de la voluntad popular, del pueblo soberano, es de valientes, no de cobardes y egoístas.
    Ojalá, por el bien de la democracia no solo norteamericana, sino del mundo, que se pueda realizar una transición tranquila e institucional. Ironías de la vida, hoy la defensa de Trump es asegurar que hubo fraude y que el modelo no es confiable; sin embargo, los Estados Unidos se han pasado la vida enseñándonos, a los latinoamericanos y al resto del mundo, cómo debe ser y funcionar la democracia.
    Estas elecciones demostraron que el modelo por colegios electorales no expresa la voluntad popular, y puede permitir que un presidente pueda ser electo, como ocurrió en el año 2016, sin contar con la voluntad soberana de la mayoría del pueblo. El pueblo es el que manda y elige a sus gobernantes. Entonces ¿por qué no respetar la voluntad general, la expresión de la soberanía del pueblo? Ese tema da mucho para discutir. Ahora se acabó el tiempo.

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