El pasado 18 de febrero, José Ángel Aquino, distinguido politólogo y miembro de la Junta Central Electoral, presentó su último libro: “Elecciones Primarias”, a cuyo acto asistí y el autor hizo una dedicatoria inmerecida en que menciona mis aportes en materia electoral. El libro, que cuenta con un prólogo enjundioso de Wilfredo Lozano, constituye un valioso aporte al estudio de las elecciones primarias en República Dominicana, que superó otro de su autoría hace 10 años. Es sin duda el autor que más lo ha estudiado, apoyándose en las de otros países.
Llama sin embargo mi atención el que no se hayan siquiera mencionado dos antecedentes para comprender la historia y el contexto partidario de las primarias dominicanas.
Quiero recordar que el Consejo de Reforma del Estado (CONARE) bajo mi dirección, a través de la Cámara de Diputados y con anuencia del Presidente de la República se introdujo en diciembre del año 2002 un Proyecto de Ley “que permite la elección del Presidente y Vicepresidente de la República mediante el Voto Preferencial”, para un partido poder presentar más de un candidato, pero no como la llamada “Ley de Lemas” de Uruguay que permite a un candidato ser elegido Presidente con un bajo porcentaje de votos si su partido suma más que los de sus rivales; ni siquiera el “Sistema de Neolemas” que en Argentina permitió que en 1988 Carlos Menem le ganara a Cafiero y luego Kirchner le ganara a su compañero Menem, con solo un 22.24% de los votos, ante la perspectiva favorable de una segunda vuelta.
En la propuesta de CONARE era necesario ganar con más de 50% de los votos en primera o en la segunda vuelta, es decir, mucho más democrática. Sin embargo, frente a una campaña de descrédito del PLD-PRSC contra “La Ley de Enemas”, por falta de visión ni discusión seria, el PRD abandonó la Ley, lo que selló su derrota electoral y división ulterior.
En el año 2004, el CONARE impulsó una “Ley de Elecciones Primarias Simultáneas”, que fue la última legislación firmada por Hipólito Mejía: la Ley 246-04, que garantizaba la unidad de los partidos mediante la presentación de hasta 3 candidatos por partido, a la presidencia, el Senado y los síndicos, pero siempre con el requisito de obtener más del 50% en primera o segunda vuelta.
En este proyecto se garantizaba que salieran electas efectivamente un mínimo de los 33% de las mujeres como diputadas y regidoras y se eliminaba la distorsión que se produce actualmente, en virtud de la cual los candidatos compiten simultáneamente con los compañeros de partido entre sí y con los rivales, especie de canibalismo político. Pero en este caso la Suprema Corte de Justicia, con el argumento absurdo de que los partidos son entidades privadas, declaró inconstitucional dicha ley obedeciendo sin duda a los intereses del PLD, que empezaba a dominar la escena, pero con la anuencia de la cúpula del PRD.
“Estos capítulos que se olvidaron a Aquino”, es parte de una historia que merece ser contada.
En la próxima ocasión me referiré a otros aspectos de las elecciones primarias, pertinentes al proyecto de Ley de Partidos Políticos.