Del año 2023, República Dominicana y Haití han heredado un conflicto fronterizo, causado por la provocadora e inaceptable decisión del lado haitiano de construir una presa sobre el río Dajabón, que desvía las aguas de la parte dominicana. Al alba del 2024, el diferendo luce estancado, pendiente no sabemos de cuáles opciones: si se producirá la intervención militar africana en Haití, si el fallido Estado vecino cambiará de actitud hacia RD –parece que no-, si finalmente la OEA fungirá de árbitro confiable, o si el presidente Luis Abinader adoptará medidas adicionales, más allá del muro, y del debilitado cierre total de la frontera.
Mientras bregamos con la nación haitiana controlada por las bandas criminales, y el fantasma de la guerra y la amenaza nuclear se expande por Asia, Europa y el Medio Oriente, nuestra nación se apresta a cumplir libremente, y como cada 4 años, el mandato constitucional de renovar mediante el voto las autoridades nacionales del Poder Ejecutivo, el Congreso y la municipalidad.
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Deberíamos alegrarnos, puesto que tales aprestos pacíficos constituyen nuestro principal reto, comparado con otras naciones, pueblos y razas que viven ahora el peor de los infiernos, atrapados entre guerras prolongadas y hambrunas espeluznantes. Dichosos, en febrero escogeremos a los alcaldes de todo el país, una disputa de la cual, presumiblemente, puede salir triunfador el PRM, apoyado sobre al trabajo municipal realizado por la Liga Municipal Dominicana (LMD), las deserciones de alcaldes opositores hacia el partido de Gobierno y la efectiva labor proselitista.
El decreto 1-24, primera decisión del año adoptada por Abinader, está dirigido a reglamentar el uso de la publicidad oficial en la campaña electoral, un hito en la historia de la administración pública acostumbrada al dispendio corrupto reeleccionista del pasado.
Tres candidatos principales participarán de la elección presidencial del 19 de mayo venidero. Abinader, del PRM, Leonel Fernández, (FP), quien pretende volver a gobernar, y el debutante Abel Martínez, del PLD. Veintitrés partidos, de los 28 registrados en la JCE, respaldan la reelección de Abinader, dejándole el resto a la oposición.
A cinco meses de la elección, creo que Abinader posee sólidos argumentos de gobernabilidad, ética, eficacia y eficiencia para permanecer en el cargo otro cuatrienio, ganándola en primera vuelta. Desde sus logros frente a la pandemia COVID-19, reconocido por la OMS, la recuperación y estabilidad de la economía, el espectacular rescate del turismo, incluida la reivindicación de la olvidada Pedernales, hasta la lucha contra la corrupción, le confieren alta valoración y la preferencia electoral.