Por lo regular, a nadie se ocurre pensar que las frutas pudieran llegar a ser insanas. Ricas en vitaminas, minerales y relativamente bajas en azúcares y calorías, cargadas de agua, el universo frutal no carga mala fama nutricional.
Sin embargo, que estos alimentos sean tradicionalmente bocados saludables no significa que algunas no tengan ciertos detalles a los que prestar atención o, en la medida de lo posible, reducir su consumo.
Todo esto a pesar de que las recomendaciones de ingesta en cuanto a frutas y verduras sean de entre cinco y siete raciones al día.
En la República Dominicana hay opciones por decenas para llenar la canasta de frutas, tanto locales como importadas. La mayoría de ellas muy asequibles, como mango, guineo maduro, manzanas, peras, naranjas dulces, uvas, melocotones, fresas… y además frutas no tan comunes, que en los últimos años ya vemos con facilidad, rambután, pitahaya o lulo… Las opciones para variar el consumo son cada vez más amplias, pero eso no significa que todas nos sienten igual de bien.
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En efecto, son muchos los ‘mitos’ que se han instaurado en torno a la fruta que llevan a más de uno a no incluirla en su dieta. Pese a las recomendaciones médicas.
En ese sentido, la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera el azúcar de la fruta como un “azúcar naturalmente presente” o “azúcares intrínsecos”. Por lo que su consumo no se ha asociado a efectos negativos.
En concreto, la fruta aporta hidratos de carbono simples, principalmente fructosa, que es un monosacárido. Pero más allá de eso es muy buena fuente de fibra, vitaminas, minerales, antioxidantes y agua.
Las frutas, junto con las verduras, son fundamentales para una dieta sana.
Los expertos recomiendan consumir un mínimo de cinco raciones de frutas y verduras al día para tener una dieta equilibrada.
Mitos y verdades
De acuerdo a lo publicado por la OMS, los nutricionistas advierten cada vez más sobre el consumo de azúcar. Muchos dudan si las frutas, que están llenas de azúcares, siguen siendo un alimento saludable.
¿La fruta engorda?
Es una creencia común, debido a que sabemos que las frutas contienen azúcar y el azúcar engorda.
En este punto es importante distinguir entre los azúcares “buenos” y los “malos”.
En sus directrices sobre la ingesta de azúcares para adultos y niños, la OMS distingue dos tipos de azúcares: los intrínsecos y los libres.
Los azúcares intrínsecos son los que se encuentran en las frutas y las verduras enteras frescas, mientras que, los azúcares libres incluyen los monosacáridos y los disacáridos añadidos a los alimentos por los fabricantes, los cocineros o los consumidores, así como los azúcares presentes de forma natural en la miel, los jarabes, los jugos de fruta y los concentrados de jugo de fruta.
Es el consumo de azúcares libres el que la OMS recomienda reducir un 10%, ya que están relacionados con problemas como la obesidad y dolencias como la diabetes.
¿Los diabéticos pueden comer fruta?
Que las frutas no son aconsejables para los diabéticos también es una creencia común.
Las frutas enteras no están prohibidas para los diabéticos, debido a que el azúcar que contienen es intrínseco, es decir, no es dañino.
¿Es malo comer fruta por la noche?
Uno de los mitos más extendidos sobre el consumo de fruta tiene que ver con la hora a la que se come.
Muchos creen que no es aconsejable comer fruta de noche ni tampoco después de una comida principal.
Sin embargo, no hay pruebas científicas que lo corroboren.
¿Es buena para la vista?
Es una de las propiedades que se le atribuyen a la fruta. La Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard indica que las frutas frescas, al igual que los vegetales con hojas de color verde oscuro, que contienen más vitaminas antioxidantes como la C y la E, ayudan a proteger al globo ocular de dos enfermedades relativamente comunes: cataratas y degeneración macular.
La OMS recomienda consumir por lo menos 400 gramos de frutas en el día para obtener beneficios nutricionales. Sin embargo, se recomienda consultar con un profesional, para determinar la porción adecuada de ingesta de acuerdo al cuadro clínico del paciente.