(Parte 4 y final)
Las narrativas orales y escritas sobre la resistencia y lucha interna y externa en contra de la dictadura de Trujillo son inherentes a la historia de las luchas del pueblo dominicano por la democracia, la libertad y la justicia social de donde emana una considerable galería de heroísmo y martirologio en el siglo XX.
Durante las tres décadas del exilio antitrujillista se planificaron cuatros intentos de invasiones armadas para derrocar al tirano. Dos de ellas nunca llegaron a tierra firme.
Las dos que lograron desembarcar fueron masacradas instantáneamente. En algunas de ellas Juan Isidro y Juan Bosch tuvieron algún tipo de presencia y participación, aunque en ninguna fungieron como los entes hegemónicos.
En 1934 la primera hornada de exiliados antitrujillistas planificó desde Cuba la invasión de “El Mariel”. Se trató solo de un ensayo bajo la capitanía de la trágica figura de Rafael Estrella Ureña, intelectual liberal proveniente del nacionalismo hostosiano.
Estrella Ureña había sido presidente provisional del país por unos meses y vicepresidente junto a Trujillo en la falsa electoral de 1930. El proyecto de invasión no llegó ni a zarpar.
El presidente Fulgencio Batista había llegado a un acuerdo con Trujillo para truncar la escuadra armada. En 1939 Estrella Ureña se reconciliaría con Trujillo, regresaría al país y moriría extrañamente durante una intervención quirúrgica en 1945.
“Cayo Confites”, Cuba, 1947, es la segunda tentativa armada del exilio con miras a derrocar a Trujillo. La incursión fue financiada, organizada y dirigida militarmente por el senador y rico terrateniente Juancito Rodríguez García.
Este fue transfiriendo discretamente cuantiosas cantidades de dinero a bancos de PR. En enero de 1946, con el pretexto de venir a comprar ganado a la isla se exilió e hizo contacto con los líderes del exilio Ángel Morales, Oscar Michelena, los hermanos Guaroa y Rafael Velázquez, Juan Isidro Jimenes Grullón, Feliz García Carrasco, Miguel A. Pardo y Leovigildo Cuello, entre otros. Aún la avanzada edad de Juancito para el combate militar, al desplazarse rápidamente desde PR a Cuba -eje principal del exilio antitrujillista- montó un campamento de entrenamiento en “Cayo Confites” para hacerle la guerra a Trujillo.
Al igual que Estrella Ureña, el proyecto de Rodríguez de derrocar a Trujillo era de brío personal y revanchista porque el tirano lo había despojado de parte de su ganado y otros bienes.
El primer reto de Rodríguez fue lograr la unificación del exilio. Por sus experiencias militares, más por poseer el dinero para comprar armas y varias embarcaciones, Juancito se ganó el respeto de los exiliados. Igualmente, del presidente cubano Ramón Grau San Martín y del importante primer ministro Carlos Prío Socarrás (del cual Bosch era secretario personal).
Para la invasión de “Cayo Confites” se creó un Comité Central Revolucionario (CCR) compuesto por Juancito Rodríguez (comandante en jefe del Ejército Liberador), Ángel Morales, Juan Isidro Jimenes Grullón, Juan Bosch y Leovigildo Cuello. Como cabecilla y motor de este nuevo movimiento de los exiliados, Juancito logró la mayor unidad que había alcanzado el exilio antitrujillista hasta la fecha. Hizo de equilibrista para conseguir, aunque fuera pasajera, una tregua entre Bosch, Jimenes Grullón, Morales y Cuello.
Hay varios cálculos sobre la cifra de soldados que se agrupó alrededor del operativo que van desde 400 hasta 1,000 y pico de combatientes y varias embarcaciones Entre los exiliados había veteranos dominicanos que habían participado en la Segunda Guerra Mundial, otros provenían de Puerto Rico y New York. A los exiliados se sumaron voluntarios cubanos (la mayoría), hondureños, nicaragüenses, varios republicanos españoles, un puertorriqueño, un venezolano y un norteamericano.
Una de las figuras emblemáticas que tomó parte de Cayo Confites, con apenas 21 años, fue Fidel Castro. Hay una referencia que ubica a Castro lanzándose temerariamente al mar y llegar a la playa a nados cuando las embarcaciones fueron interceptadas tan pronto despegaron de las costas cubanas rumbo a RD.
El operativo fue detenido por el comandante de las fuerzas armadas cubanas Genovevo Pérez Dámera, quien al margen del presidente Grau San Martín se alió a Trujillo y a los EU para impedir que la invasión llegara a la RD.
El combatiente Tulio H. Arvelo anota en sus “Memorias de un expedicionario”, 1981, pág.87, que el militar cubano recibió cerca de un millón de dólares de Trujillo. Malograda la operación los expedicionarios fueron encarcelados y luego liberados.
En el libro “Fidel Castro, Biografía a dos voces”, de Ignacio Ramonet, Ed. Debate, 2006, pág. 125 Fidel dice -refriéndose a su participación: “Aquello no tenía ni táctica ni estrategia… lo que más aprendí de aquello de Cayo Confites es cómo no se debe organizar algo, cómo hay que escoger a la gente”.
Retenidas por el gobierno cubano, posteriormente las armas de “Cayos confites” se reutilizarían para el tercer intento de invasión armada de los exiliados, bautizada como “La invasión de Luperón”. Esta partió desde Guatemala en 1949 y también fue organizada por Juancito Rodríguez.
Mayormente aérea y compuesta por un exiguo grupo de exiliados y varios extranjeros, la mayoría fueron aniquilados al llegar a Luperón. Estas armas también sirvieron para la incursión militar que llevaría al poder a José Figueres en Costa Rica con apoyo de exiliados dominicanos.
Diez años después, en junio de 1959, sería la última incursión armada del exilio antitrujillista contra la tiranía. La invasión de “Constanza, Maimón y Estero Hondo”, que sí logró pisar tierra, fue resultado de la congregación de la “Unión Patriótica Dominicana” (UPD, Venezuela) y Partido Socialista Popular (PSP, Cuba), entre otras agrupaciones de exiliados de PR y NY de donde nacería “El Movimiento de Liberación Dominicana”, (MLD) y su brazo militar el “Ejército de Liberación Dominicana”, comandado por Enrique Jiménez Moya, nombrado personalmente por Fidel Castro. Juan Isidro Jimenes Grullón, Francisco Castellanos, Francisco Canto, Cecilio Grullón, Luis Aquiles Mejía y Pou Saleta conformaban su Comité Central.
El MLD seguía las tácticas del foquismo fidelista-guevarista y contaba entre sus filas con ex guerrilleros de la Sierra Maestra y milicianos de varios países latinoamericanos entrenados en Cuba. Una vez llegaron a RD los del 59 fueron exterminados en combates, apresados, torturados y asesinados. Entre los asesinados, además de una pléyade de intelectuales y profesionales de gran valía figuraba el hijo de Juancito Rodríguez, Dr. José Horacio Rodríguez, eminente abogado graduado de la famosa universidad de Harvard.
Juancito Rodríguez se suicidaría en 1960 en Venezuela.
Ni Bosch ni el PRD como partido participaron de la invasión de 1959. El MLD arribó al país con un Programa escrito mínimo vanguardista de tesitura nacionalista y demócrata-revolucionario, redactado presumiblemente por Jimenes Grullón. Se contemplaba traducir a praxis el programa una vez cayera la tiranía.
(Ver “Programa Mínimo del MLD”, en Brache Batista, Anselmo, “Constanza, Maimón y Estero Hondo”, págs., 337-338, 2009).
Su proposición de transformación social para el país serviría de inspiración y punto de partida para la fundación del Movimiento Revolucionario 14 de Junio.
En el inicio del ocaso de la dictadura tras de la invasión de 1959, tanto Bosch como Juan Isidro colaboraron en calidad de líderes del exilio con agentes de la CIA que movían varias fichas para la conjura que terminaría liquidando a Trujillo. Aun Juan Isidro fuera golpista por unos meses y luego se arrepintiera y se autocriticara públicamente por su participación en el golpe de estado contra Bosch en 1963, hasta la primera mitad de los 60, los juanes fueron partidarios de la democracia liberal representativa reformista y populista. Será después de la segunda mitad de los 60 que ambos se declararán abiertamente marxistas: Juan Isidro “marxista-leninista” y Juan Bosch “marxista no leninista”.
Otras batallas, ahora más ideológicas se iniciaban entre los juanes y la izquierda tradicional, a la que Juan Isidro tildaría de farsa Izquierda.
El primer reto de Juancito Rodríguez fue lograr la unificación del exilio
Ni Bosch ni el PRD como partido participaron de la invasión de 1959
Será después de la segunda mitad de los 60 que ambos se declararán abiertamente marxistas: Juan Isidro “marxista-leninista” y Juan Bosch “marxista no leninista”.
Otras batallas, ahora más ideológicas se iniciaban entre los juanes y la izquierda tradicional, a la que Juan Isidro tildaría de farsa Izquierda.
Legado social de Juan Bosch y Juan Isidro
Legado
La intención de estos artículos no ha sido establecer un contraste moralista o tendencioso sobre el legado, peso social, político y teórico que tuvieron Bosch y Juan Isidro en el devenir del pensamiento dominicano del siglo XX.
A modo muy general apenas se han sugerido algunas coordenadas de las teorías y praxis que empujaron a ambos intelectuales a incurrir en aciertos, desaciertos y contradicciones políticas e ideológicos, muchas veces mediadas por pasiones humanas. Apenas nos hemos acercado al tópico.
Para revisitar y estudiar los aportes de Jimenes Grullón en su justa dimensión es ineludible que un equipo de historiadores profesionales recupere de las hemerotecas los cientos de escritos que publicó Juan Isidro en periódicos y revistas nacionales e internacionales a lo largo de más de 50 años de prolífica producción ensayística multi y polisémica.
El AGN bajo la eficiente dirección del Dr. Roberto Cassá ha reeditado varios de los libros de Juan Isidro. La labor historiográfica del historiador Bernardo Vega también ha contribuido significativamente a poner en traza contextual la presencia de JIJG en el exilio.
Hace falta, sin embargo, que se recopilen y publiquen las obras completas del fogoso y combativo escritor y pensador crítico. Si las obras completas de Bosch abarcaron 40 tomos, sin incluir su correspondencia, las de Juan Isidro podrían alcanzar una cantidad de volúmenes similares.