Las potencias occidentales acordaron este sábado un veto a ciertos bancos rusos del sistema financiero SWIFT, el congelamiento de los activos del Banco Central de Rusia, y la suspensión de los pasaportes dorados de los oligarcas rusos, en un movimiento que busca afectar aún más a Rusia en el contexto de la invasión a Ucrania.
“Esto asegurará que estos bancos sea desconectados del sistema financiero internacional y dañará su habilidad de operar globalmente”, expresaron en un comunicado firmado por la Comisión Europea, Francia, Alemania, Italia, Canadá, Reino Unido y EEUU.
También lo confirmó la presidenta de la Comisión Europea, la alemana Ursula von der Leyen, tras varios días en los que algunos países habían presentado resistencias a tomar esa medida, por los efectos que ésta podría tener sobre sus economías.
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Tanto Von der Leyen como el presidente de EEUU, Joe Biden, han denunciado al unísono las “acciones bárbaras” de Rusia cometidas contra la población ucraniana, que han motivado esta nueva ronda de sanciones con el consenso del canciller alemán, Olaf Scholz, el presidente francés, Emmanuel Macron, el primer ministro de Italia, Mario Draghi, el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, y el primer ministro británico, Boris Johnson.
Por eso, y a la exclusión de “ciertos bancos escogidos” del SWIFT, se suman medidas adicionales contra “el despliegue de las reservas internacionales del Banco Central de Rusia”, así como la prohibición a los “oligarcas rusos” para realizar operaciones en los mercados occidentales, además de bloquear sus procesos de ciudadanía en función de sus inversiones en el extranjero, los llamados “pasaportes dorados”.
Estas medidas —que serán instrumentadas en los próximos días— van específicamente destinadas contra el “cofre de guerra” del presidente ruso, Vladimir Putin, en línea de la promesa a las autoridades rusas de que la invasión de Ucrania tendrá como consecuencia “un enorme precio a pagar” que redundará en su “aislamiento internacional”, dijo Von der Leyen.
“Estamos con el pueblo ucraniano en esta hora oscura”, agregó Biden. “Incluso más allá de las medidas que anunciamos hoy, estamos preparados para tomar más decisiones para que Rusia rinda cuentas por su ataque a Ucrania”.
En una llamada telefónica con periodistas para explicar estas sanciones, un funcionario de la Casa Blanca, que pidió el anonimato, recalcó que “los efectos de estas medidas serán sentidos de manera inmediata en los mercados financieros rusos” y apuntó que como consecuencia la divisa rusa, el rublo, “entrará en caída libre”.
Sacar a Rusia de SWIFT haría casi imposible que las instituciones financieras envíen dinero dentro o fuera del país, lo que supondría un repentino impacto para las empresas rusas y sus clientes extranjeros, especialmente los compradores de exportaciones de petróleo y gas denominadas en dólares estadounidenses.
Hasta el momento, los países de la UE habían estado divididos sobre si dar o no ese paso.
SWIFT (acrónimo en inglés de Sociedad para las Telecomunicaciones Financieras Interbancarias Mundiales), es la base del sistema financiero global desde 1973 porque lo usan 11.000 bancos en 200 países o territorios para poder hacer transferencias.
Excluir a Rusia de este sistema ha sido bautizado como “opción nuclear” debido a las terribles consecuencias que podría tener para la economía rusa y para el valor de su moneda, el rublo.
La medida haría que la economía rusa se contrajera en un 5%, según cálculos del ex ministro de finanzas ruso Alexei Kudrin en 2014. Aunque otros análisis creen que la caída podría ser incluso mayor.
Después de meses de tensiones, Rusia lanzó este jueves una operación militar en Ucrania que empezó con bombardeos en varios centros urbanos y continuó con el despliegue de tropas, de forma que este las unidades militares rusas están estrechando el cerco a la capital del país, Kiev.
En reacción al ataque ruso, EEUU, la UE y los otros socios han anunciado una lluvia de sanciones económicas contra Moscú, que incluyen el bloqueo financiero de varios de los mayores bancos rusos así como la restricción de las exportaciones a Rusia de productos occidentales de alta tecnología.