Muy probablemente después de la alimentación, la actividad fisiológica del ser humano de mayor importancia sea el sueño. En virtud de que, dormir es una función tan vital que es el proceso mediante el cual durante el llamado sueño profundo se produce la restauración física del cuerpo y, durante el sueño (MOR) se produce la restauración de la función cognitiva; que es el proceso de aprendizaje y memorización de lo que realizamos en el día. Sin embargo, estadísticamente está demostrado que el hombre productivo no puede ejercer el sueño más allá de 5.5 horas al día y en algunos casos, hasta mucho menos.
Increíble y paradójicamente, el tiempo que utilizamos para alimentarnos y para dormir es inferior al que estamos utilizando a diario para conectarnos a las redes sociales. Lo que significa, que ésta se ha convertido en la actividad más importante y de mayor preferencia de los ciudadanos como revelan varios estudios realizados. Por ejemplo, los estudios realizados por la consultora ComScore Data Mine e Ilifebelt 2018, especializadas en investigar nuevas tendencias y aplicaciones, arrojaron que los países que más utilizan las redes sociales son: Israel con un promedio de 10.7 horas diarias, Rusia con 10.3 horas y en Latinoamérica incluyendo a República Dominicana con 6.3 horas al día conectados en las redes sociales.
¿Qué son las Redes Sociales?
Han sido muchos los tratadistas que han aportado importantísimas concepciones desde una perspectiva sociológica sobre las redes sociales. Verbigracia, los sociólogos Alemanes Ferdinand Tönnies y Georg Simmel, el sociólogo y psicólogo Austriaco Elton Mayo y el filósofo y sociólogo francés Émile Durkheim. Sin embargo, en esta época definida por el escritor y orador estadounidense Marc Prensky como “la era de los nativos e inmigrantes digitales”, una red social no es otra cosa que, la extensión virtual de nuestra personalidad lo que significa que; son el espejo o la medida inequívoca de nuestra cultura, nuestra educación y de nuestra capacidad o poder de influir y persuadir sobre las demás personas.
En ese sentido, hoy en pleno siglo XXI las redes sociales son las armas más mortíferas que ojos humanos hayan visto y, las herramientas idóneas para el empoderamiento del ciudadano. Empero, a pesar de que el ciudadano tiene en sus manos un arma gratuita y de alcance inmediato catastróficamente, tal y como estableció el escritor y filósofo italiano Umberto Eco; “las redes sociales han puesto el derecho de hablar en manos de legiones de idiotas”. Y agrego yo, han destapado un ejército de tarúpidos incapaces de ver el poder en sus manos, y se han dedicado a seguir y convertir en famosos y millonarios a mujeres con nalgas protuberantes que tienen el cerebro en funda, a líderes efímeros que ni le responden sus mensajes y, a pelafustanes que postean videos que carecen de betacaroteno y folato visual.
El Poder de las Redes Sociales.
Más allá de la poderosa parafernalia mercadológica, interpersonal y tecnológica que envuelve a las redes sociales, la ramificación más importante de las mismas sin dudas; la constituye su estratégico poder sociopolítico, puesto de manifiesto desde el año 2010 con el inicio de la Primavera Árabe que dio al traste, con la dimisión de Zine Ben Ali en Túnez, la destitución en Jordania de Samir Rifai, el derrocamiento de Hosni Mubarak en Egipto y el efecto dominó en las demás naciones árabes. Asimismo, el movimiento M15 de España que terminó con el bipartidismo, los Indignados de Grecia, el movimiento ocupa Wall Street, y las protestas en Rusia, Turkia y Brasil etc. Y más recientemente; las bombas sociales conocidas como WikiLeaks, PRISM, Echelon, Panama Papers y Cambridge Analytica.
Desde esa perspectiva, las redes ya son tan poderosas que sirvieron como instrumento publicitario y estratégico para reelegir al presidente Barack Obama y para elegir a Donald Trump. Por eso, debemos apostar al empoderamiento global de los nativos e inmigrantes digitales, a crear una cultura de fiscalización socio-tecnológica y una conciencia de beligerancia informática de los representados. ¡Basta ya! de hacerles el juego a bufones, a famosos sin contenido pedagógico y, a personas que no les importa en lo más mínimo quienes somos, y de utilizar estas plataformas como promotoras del chisme, la difamación, las mentiras, el lambonismo y la involución. Vamos a convertirnos en los premios Nóbel de las redes sociales, a promover el nacimiento de otros Steve Jobs u otros Mark Zuckerberg y dejar de ser atrofiados cerebrales con tecnologías en las manos de última generación.