Manipular datos para mejorar las ventas es una bofetada a los clientes
Hasta el momento, se desconoce si el Presidente Danilo Medina, en medio de su ajetreo en la ONU, o cualquiera de las dependencias ejecutivas del Poder Ejecutivo – el Ministerio de Industria y Comercio, o el Ministerio de Medio Ambiente-, han dispuesto alguna investigación para determinar cómo ha afectado al comprador local las trampas cometidas durante años por Volkswagen, que colocó un software en sus vehículos diesel para evadir las pruebas de emisiones contaminantes en los Estados Unidos.
Hay 11 millones de automóviles en todo el mundo afectados por la mala práctica del fabricante alemán, sin contar otros 3,3 millones de las marcas Skoda y Audi, socios de Volkswagen.
La Agencia de Protección del Medio Ambiente de EEUU fue la que descubrió y denunció la falsedad de Volkswagen. Estableció que 500,000 autos fueron afectados solo allá y se apresta a imponerle multas de US$37,000 por cada vehículo, lo que significa US$18,000 millones para el fisco. El Departamento de Justicia emprenderá una acción penal y hay miles de demandas en proceso.
La multinacional Volkswagen, marca país de Alemania, admitió su responsabilidad en el devastador delito penal que ha conmocionado a la nación alemana. El periódico Die Bild lo llamó “el acto de estupidez más costoso de la historia de la industria automotriz”. Estupidez, porque manipular los datos de contaminación para mejorar las ventas solo puede ser visto como una bofetada al rostro de los clientes, y costoso porque en cuestión de horas la empresa perdió en la bolsa 15,000 millones de dólares, porque mentir sobre las credenciales ecológicas de un auto devalúa la marca “hecho en Alemania”, sinónimo de calidad y confianza.
Los representantes locales de Volkswagen, Audi y Skoda, que han ganado millones de dólares, le deben una explicación al país.