El lío de las tres causales
tiene al pueblo dividido
entre cultos instruidos
y estúpidos clericales.
Entre los que ven los males
de una gestación inviable,
y los demás miserables
que buscando redención,
deciden una cuestión
de Derecho Inalienable.
La vida, a más de divina,
lo es constitucional,
y nadie debe opinar
cuando el temor se avecina.
Si es una causa dañina
que impulsa la gestación,
si la criatura en cuestión
no presenta garantías,
si es fruto de la apatía
o un caso de violación.
Es tan solo la mujer
la dueña de su futuro
y la que tiene el seguro
de lo que ha de acontecer.
No tiene el hombre el poder
de decidir por su vida.
Si esta está comprometida
por razones naturales,
sea por principios morales
o cualquier causa fallida.
No es verdad que un clerical
que no ha tenido familia
deba ser el que concilia
cuando existe una causal.
Si es un engendro del mal
lo que el vientre ha concebido,
no hay nadie más instruido
que la que lleva la carga,
para saber si esta amarga
o debe ser asumido.
Juan de los Palotes.