Las vacunas como salvación

Las vacunas como salvación

Ninguna estadística sanitaria ilumina más el camino necesrio para superar el virus SARS-CoV-2 que la que muestra como salvados de gravedad y muertes a quienes ya han recibido las dos dosis de vacuna. Lo demás incluye sombras mayores.

Hospitales congestionados de pacientes vulnerables y salas de cuidados intensivos y de gente entubada que en elevada proporción llegó a su situación excluida de inmunización.

Si la letalidad está concentrada en la parte de la colectividad a la que no se ha administrado el material biológico que refuerza defensas, el interés supremo de las personas tiene que ser vacunarse en correspondencia con el empeño del Estado de multiplicar el acceso a las inoculaciones con puestos fijos y masivas campañas regionales.

En medio de los índices que expresan una mayor propagación viral -que se debería a mutaciones que disminuirían la capacidad de la ciencia para vencerlo- y de la intensificada búsqueda de asistencia que amenaza superar la capacidad de los centros públicos y privados que acogen enfermos, las vacunas siguen mostrando eficacia y los expertos no cesan de certificar su capacidad para hacer frente a la mayoría de las variantes que emergen de la transmisión de cepas. Para ellos, el mayor de los riesgos reside en no vacunarse.

Mucho más si los comportamientos festivos, irresponsables, en el seno del pueblo han seguido abriendo puertas a los contagios.

Aguaceros que piden cuentas

Los torrentes por lluvias que inundan vías urbanas, con las peores consecuencias para los habitantes de zonas bajas junto a ríos, cañadas y precipicios, resaltan empeñosos unos pasivos sociales que van desde el déficit de alcantarillados citadinos, a veces obstruidos por falta de mantenimiento y de apropiados manejos de la basura, hasta la ausencia de soluciones a la pobreza extrema que genera asentamientos de alto peligro y que más víctimas trágicas y desplazados aportan a balances de inundaciones.

Las municipalidades del Gran Santo Domingo aciertan poco en detectar fallas de drenajes pluviales y en invertir en la ingeniería que evite que las calles parezcan piscinas; y son lentas las obras estatales que lleven seguridad a hábitats marginados o trasladen a mejores sitios las familias para las que no exista otra alternativa de protección.

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