¿Le molesta el tráfico? Planifique bien sus salidas

¿Le molesta el tráfico? Planifique bien sus salidas

Rosario Espinal

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Muchas razones obligan a salir de la casa en un vehículo. Determinar esa necesidad se ha convertido en un problema a resolver diariamente por el abrumante congestionamiento del tráfico en los grandes centros poblacionales, como el Gran Santo Domingo y Santiago.

Las razones que producen el congestionamiento son diversas.

Primero, el crecimiento acelerado en los últimos 50 años de las ciudades y de la clase media con poder adquisitivo para tener vehículos.

Segundo, el crecimiento poblacional urbano no se ha acompañado del desarrollo de efectivas modalidades de transporte público. Eso crea un desbalance entre las necesidades de movilidad de la población y la disponibilidad de medios. Ante las carencias públicas, más personas recurren al uso del transporte privado individualizado, sea en automóviles propios, taxis o conchos. La pandemia del covid-19 ha agudizado el problema por el distanciamiento físico que se requiere y el miedo al contagio.

Tercero, el crecimiento de la clase media obliga a los gobiernos a buscar soluciones efectivas y de calidad para un público más exigente. Es decir, el estándar del transporte público no puede ser solo aceptable para los pobres, también debe ser atractivo para las capas medias.

Cuarto, en las economías con un fuerte componente de informalidad, como la dominicana, el transporte ofrece un medio de vida a muchas personas que operan de manera independiente como taxistas, conchistas o motoconchistas. Se crean muchos trabajos por esa vía, pero aumenta la masa vehicular en las calles, agravándose el congestionamiento. No es lo mismo transportar 60 personas en un bus que cinco o seis en un concho, o una en un taxi.

Quinto, conscientes de su utilidad para resolver el problema de la movilidad, los transportistas privados se organizan y desarrollan capacidad de presión ante los gobiernos, que dificulta aún más las soluciones públicas colectivas.

Sexto, a las precariedades en la oferta del transporte colectivo, habría que agregar el clima caluroso y el miedo a la delincuencia, que lleva a la clase media a buscar medios de transporte privados. En consecuencia, muchas familias con recursos tienen más de un vehículo.

Séptimo, poner seres humanos (agentes de tránsito) a dirigir el tráfico en las grandes ciudades es fórmula para el desastre. Es humanamente imposible y desespera a los conductores. Los semáforos deben programarse para realizar el trabajo y los agentes solo deben facilitar el funcionamiento de los semáforos, no sustituirlos.

Octavo, las ciudades dominicanas se han desarrollado sin la planificación adecuada, con muchas calles estrechas, disminuidas aún más en su funcionalidad por el parqueo en los laterales.

Quien sale hoy a la calle sabe que la congestión es fuerte. Cambiar la dirección de algunas calles no es solución ante la magnitud del problema. Tampoco las ciclovías porque el sol tropical y la delincuencia dificultan que la población adopte masivamente el uso de bicicletas.

Se necesita un sistema de autobuses, teleféricos y trenes amplio y efectivo. Mientras eso llega, quienes tengan flexibilidad de horarios, planifiquen bien sus salidas. Así ahorran tiempo, combustible y malhumores.

Estándar transporte público no puede ser solo aceptable para los pobres

La pandemia de covid-19 ha agudizado el problema

Poner agentes a dirigir el tráfico es una fórmula para el desastre

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