La lectura es un acto de reflexión, en el que se interpreta la información para elaborar nuevos conceptos, es más que una mera descodifacación de símbolos, involucra aspectos cognitivos particulares en cada individuo, muchos de los cuales se ponen en marcha de manera espontánea. A través de la lectura entramos en un mundo de conocimiento y comprensión de pensamientos.
Leer es un pensamiento activo, y es fundamental para el estudio, gran parte del fracaso escolar es consecuencia de la baja comprensión lectora y esta a su vez por un proceso de lectura mal articulado. A esto se debe la importancia de desarrollar en nuestros niños la lectura comprensiva desde temprana edad y desarrollar estrategias pedagógicas orientadas a formar un hábito lector.
Muchos consideran que este hábito es útil sólo para las personas que en el presente o en el futuro van a depender de la lectura de una manera directa en su ámbito laboral, y que aquellas profesiones en las que no se ve el proceso lector de manera concreta, no necesitan ni dependen de los bienes de la lectura. Sin embargo, esta creencia carece de fundamento, ya que las facultades cognitivas que resultan del hábito de lectura, tal como la capacidad para descodificar, interpretar, comprender, inferir, hacer representaciones mentales, entre otras de igual importancia, son necesarias en cualquier área en que nos vayamos a desarrollar, y se estimulan de manera más directa a través de la lectura.
El desconocimiento de estrategias para desarrollar un hábito lector y una capacidad de comprensión lectora por parte de padres y docentes, desmotiva a los niños, aun cuando tienen la intención de lograr que sientan placer, amor y gusto por los libros.
Muchas veces nos preocupamos por aumentar la velocidad en que leemos, más que la comprensión del texto, estos dos objetivos parecieran contradictorios, pero hay investigaciones que demuestran que la velocidad de la lectura y la comprensión están altamente correlacionadas, es importante trabajar ambas y conseguir un equilibrio entre las dos.
Los objetivos básicos de la lectura comprensiva es captar detalles importantes y ser capaces de expresar un juicio crítico y reflexivo sobre lo leído.
Algunas recomendaciones para fomentar la lectura compresiva:
Antes de leer, hojear las páginas del libro o texto para ver en qué consiste el mismo., leer el primer y último párrafo, echar un vistazo a los contenidos., leer títulos, subtítulos e ilustraciones, ayudan a familiarizarse y tener una idea general del texto.
Las primeras horas de la mañana nuestro cerebro suele estar más descansado, por lo cual sería más fácil entender y procesar las ideas.
Convierte los títulos y subtítulos en preguntas, piensa que puede contener ese título, de que puede hablar. Hazte preguntas sobre el tema.
Si el texto es denso, complejo o es una información nueva, a veces se necesita leer detenidamente para entender, podemos enunciar las ideas centrales, subrayar, auxiliarse del diccionario para buscar palabras desconocidas, hacer un resumen de lo leído, anotar preguntas o escribir tu opinión del tema.
Aunque todo esto parezca a simple vista un trabajo arduo ante el cual muchos retroceden en su intención de adquirir el hábito de lectura, en realidad la fascinación que produce lo leído, junto a la estimulación experimentada, permite que la perseverancia en este propósito sea más satisfactoria y que no se internalice como un proceso pesado. Además, estas estrategias sólo son necesarias al inicio de nuestro objetivo. Una vez pasado el tiempo necesario, la comprensión lectora es más ágil y el hábito queda instaurado, dándonos como resultado una lectura hábil y placentera, que además nos genera la satisfacción de aumentar nuestro conocimiento.