“El hombre mira al abismo. No hay nada que le devuelva la mirada. En ese momento el hombre encuentra su carácter. Y eso lo mantiene fuera del abismo”
Diálogo en la película El poder y la avaricia (Wall Street, de Oliver Stone).
El párrafo que me sirve de epígrafe probablemente fue extraído de la reflexión de Nietzsche, sabio alemán, que vislumbró: “Quien con monstruos lucha cuide a su vez de convertirse en monstruo. Cuando miras largo tiempo un abismo, el abismo mira también dentro de ti”.
Precisamente el liderazgo de Leonel Fernández nació de la monstruosidad política implicada en la renuncia de Bosch a sus principios políticos y éticos (hay quienes dicen que ya no controlaba sus decisiones, lo cual es más grave para Leonel) para abrazarse a Joaquín Balaguer, auto confesado cortesano del monstruo Trujillo.
Un Balaguer que usó en el mal llamado “frente patriótico” todas las ilegalidades y abusos de estado que podían practicarse, para convertir a Leonel en su instrumento para cerrarle el paso a la presidencia de la República a José Francisco Peña Gómez.
En lo relativo al carácter que cuestiona el abismo en el que ve, o no ve, las monstruosidades que prohijaron su liderazgo político, la defectuosa pasta humana de Leonel ha quedado completamente al desnudo en ocasión de las elecciones municipales y sus resultados.
En este proceso se le presentó al país, como siempre, cual “triunfador” *, al extremo de “depositar” en la JCE un padrón de 2 millones 030 mil 108 afiliados.
Danilo Medina, la persona que mejor lo conoce, dijo en la ocasión: “dizque depositaron un padrón que tiene tantos miles, pero esas son listas de personas, son nombres a los que escriben ahí…”, sin siquiera consultarlas.
Danilo tenía razón, en los resultados electorales Leonel y su Fuerza del Pueblo apenas obtuvieron una cuarta parte de los afiliados que dijeron tenían inscritos en su padrón.
El 31 de enero, ya a 17 días de las elecciones, Leonel declaró a Ramón Núñez Ramírez y a Jacqueline Morel en el canal 11 que “el presidente de la República y actual candidato por el PRM convocó una reunión de emergencia, debido a que, una encuesta que contiene los números de los dos partidos principales que están compitiendo, ha apuesto a temblar a los inquilinos del Palacio”
Cuando le preguntaron cuál era esa encuesta, respondió: “ellos, en Palacio, saben cuál encuesta lo dice, ellos allá saben muy bien, perfectamente que lo saben”.
Leonel precisó a Ramón y a Jacqueline que: “Al día de hoy, Luis Abinader tiene 41.5 por ciento de intención de votos y nosotros tenemos 37.5 por ciento”. Una diferencia de 4%, lo que llaman los especialistas en mediciones un empate técnico, dados los márgenes de error fluctuantes entre 2.5 y 5%.
Los resultados electorales fueron un 49% para el PRM, y un 14.5 para la Fuerza del Pueblo, una diferencia de 34.5 puntos porcentuales, que en número de votos, de alcaldes, regidores y directores de distritos se eleva del cielo a la tierra.
El 11 de febrero Luis Abinader dijo que “en el DN y gran parte del país”, los resultados electorales serían un tsunami en favor del PRM y aliados, y al día siguiente Leonel declaró que “el tsunami será verde”, es decir, dando ganadora a su FP.
Cuando ya la JCE había dado las estadísticas sobre participación y ausentismo del proceso, (incluyendo 870 mil electores residentes en el exterior, a los muertos, enfermos y a los que no pudieron votar, Leonel dijo en su tardía reacción que la principal opción política que habían elegido los dominicanos era la abstención
En realidad, el ausentismo neto (o llamémosle abstención como Leonel y la oposición) fue en estas elecciones municipales de un 48% -excluyendo inscritos en el exterior- y el promedio de las 7 elecciones municipales celebradas desde 1998 a la fecha, es de un 47.3%, una diferencia de 0.7%.
Leonel empezó su campaña presidencial -que no las de sus candidatos municipales- hace 3 hace 3 años con un urticante y negacionista (no le reconoce ni las buenas obras al gobierno) con cuestionamiento a los atrasos estructurales del país subdesarrollado que somos, obviando que ni siquiera empezó a resolverlos en los tres gobiernos que presidió y los 20 años del gobernante PLD que lideró.
Que haya tantas incoherencias entre las palabras y los hechos de Leonel Fernández, que ahora sorprendiera a cuantos que le creían formado de una pasta humana digna de un estadista, es evidencia de que cuando el abismo le devolvió su mirada, no halló el carácter que según Nietzsche debió encontrar.
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*Coloco comillas en triunfador pues tengo la tesis de que si Balaguer no lo hubiera usado de instrumento contra Peña, en 1994 y 1996; y si Danilo no hubiese sido su estratega y principal operador político, hoy Leonel fuera un “profesor” diligenciando su pensión en la UASD.