La peor misión de cualquier candidato consiste en explicar una derrota para la cual, subestimando al rival, jamás se preparó. En 2008, esa empinada tarea la asumió humildemente Danilo Medina con su famosa frase “me venció el Estado”; se retiró, y después ganó la elección presidencial.
Su verdugo político de entonces era el presidente Leonel Fernández, quien buscaba su reelección, pero que ahora, 11 años más tarde, tras conocerse los resultados desfavorables de las votaciones del domingo en las primeras primarias abiertas de la historia del PLD, cae derrotado por estrecho margen a manos de un novicio, el empresario y exministro de Obras, Gonzalo Castillo, precandidato respaldado por el Gobierno.
¿Cómo explica Leonel su derrota? Apelando al argumento fácil: el fraude electoral, nunca atribuyéndola a sus desmedidas ambiciones de poder, porque tras haber gobernado la nación durante 12 años (1996-2000, 2004-2012) quiere más, su insaciable ego lo desborda al creerse una única deidad invencible.
¿Fraude? El sistema automatizado funcionó bien para todos, menos para Leonel. En ninguna de las 7,372 mesas electorales se impugnó el resultado por primera vez en la historia dominicana. ¿Fraude? Entre más de 6,500 candidatos a cargos electivos, Fernández ha sido el único en denunciar un supuesto “fraude informático”, cometido con la implantación de un alegado “algoritmo” que él mismo reconoció a HOY “que como no se hizo la auditoria al software, tampoco sabe si se instaló el algoritmo”. ¡Qué contradicción! ¿Fraude? Lucia Medina, hermana del Jefe del Estado, pierde la candidatura a senadora de San Juan de la Maguana del leonelista Félix Bautista.
Creo que la JCE debe rechazar la instancia de Fernández, por improcedente y peticionaria de la injerencia extranjera en un conflicto netamente partidario. Leonel pretende imponer una victoria forzada.