Luis Abinader se unió al conjunto de gobernantes democráticos del mundo preocupados por la situación convulsa de Venezuela, demandando la revisión de los votos depositados en los comicios del pasado 28 de julio, que supuestamente consignan la victoria del dictador Nicolás Maduro, escrutinio que debe ser validado ante observadores independientes.
Demanda causante de la reacción grosera de Maduro, quien rompió relaciones diplomáticas ordenando la expulsión de los embajadores de República Dominicana, Argentina, Chile, Costa Rica, Perú, Panamá y Uruguay, y cerró las misiones venezolanas en estos países. Opino que Abinader paga el precio por defender la democracia para una nación históricamente amiga de dominicana y desafiar una dictadura.
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La comunidad internacional pretende establecer la verdad acerca del legítimo ganador de unas elecciones de la cual Maduro se arroga la victoria sin presentar las actas que justifican el 5,2 millón de votos, decisión del Consejo Nacional Electoral (CNE), que es un apéndice del Partido Socialista Unido de Venezuela, fundado por Chávez y órgano eleccionario presidido por Elvis Amoroso, un confeso chavista nada independiente que desempeñó funciones oficiales en el partido y el gobierno de Maduro. También, sin pruebas válidas, Amoroso le adjudicó al candidato opositor Edmundo González Urrutia, 4, 2 millón de votos. La oposición, liderada por Corina Machado ha publicado en internet y pegado en calles y avenidas casi el 80 por ciento de las actas recopiladas de sus delegados en las mesas, donde González Urrutia aparece favorecido con el 70 por ciento del voto y ganador de los comicios.
Ahora bien, ¿Qué buscaba Leonel Fernández en Venezuela? Fue invitado de Maduro, a través del CNE, a observar el proceso. Fue, junto al expresidente de Colombia, Ernesto Samper, los únicos a quienes el régimen permitió la entrada a Caracas, mientras dejó varados en Panamá a los ex mandatarios Mireya Moscoso, de Panamá, Miguel Ángel Rodríguez, de Costa Rica, Jorge Quiroga, de Bolivia y Vicente Fox, de México, observadores invitados por la oposición.
La colaboración política y estratégica de LF con el chavismo-madurismo es vieja, data desde su primer mandato 1996-2000, cuando trajo a Chávez Frías, entonces golpista fracasado en 1992, en visita promocional y de financiamiento electoral en la República Dominicana.
Luego, Chávez otorgaría favores a granel y petróleo a cambio de habichuelas negras, deuda que Leonel incumplió, pero Maduro heredó la relación.
Leonel no era observador independiente; fue a certificar la fraudulenta victoria de Maduro, pero le salió el tiro por la culata.