¿Les digo Algo?

¿Les digo Algo?

Muchas veces las personas son perjudicadas por medidas desacertadas dispuestas por autoridades y otras por actividades de la naturaleza como las que actualmente viven muchos maestros dominicanos y el pueblo mexicano: verdaderas desgracias.
Guardando las diferencias en las dos situaciones, los primeros son víctimas de la corrupción política y los segundos de pertenecer a un territorio expuesto a movimientos telúricos ante los que hace tiempo el Estado debió haber promovido políticas y estilos de vida para reducir el impacto negativo de esos eventos en la población.
Hace varios meses que muchos maestros dominicanos han estado visitando las direcciones provinciales y la sede del Ministerio de Educación, angustiados por los problemas que les ha ocasionado que sus nombres estén bloqueados en la nómina de docentes de las escuelas públicas, cuando en realidad, el abultamiento de las nóminas no está en ese sector, sino en los cargos administrativos de esa dependencia, desde arriba hasta abajo.
El pueblo mexicano ha cargado en sus brazos los heridos y los muertos producidos por el terremoto ayudándose unos a otros con toda su humanidad llena de dolor y pena por haber perdido hijos, madres, padres, hermanos y amigos.
En diferentes localidades del país maestras y maestros lloran llenos de impotencia la pérdida de un hijo, infartos, hambres y caídas que les ha ocasionado ir al Ministerio a tratar de que se les desbloquee de la nómina y se les restituya en sus empleos.
La situación de los afectados se ha agravado porque no pudieron ser atendidos oportunamente en las recaídas sufridas en los intentos por aclarar su condición al encontrarse desprotegidos de sus seguros de salud y riesgos laborales, injusticias causadas por unas autoridades que toman medidas sin antes identificar las causas que originan el problema, dónde comienza y quién o quienes son los responsables.
Viviendas, escuelas, empresas, comercios, iglesias, edificios destruidos, agrietados y desmoronados bajo cuyos escombros hay mexicanos vivos deseosos de ser descubiertos para que los buscadores les salven la vida viven la angustia insoportable de la eternidad del tiempo.
Víctima de este triste problema son las maestras Rosalba Peña, la de San Cristóbal que sufrió un síncope en el ministerio cuando averiguaba su estatus; Yamisi Victoria González, quien estando de licencia por un embarazo de alto riesgo debió abandonarlo para realizar gestiones relacionadas con la situación.
Como ella misma y su esposo informaron, por el bloqueo se le suspendieron los servicios de salud y su embarazo se complicó a nivel de que en esas circunstancias de desprotección se le adelantó el parto y el bebé murió.
El terremoto de 7.2 destruyó el colegio Enrique Rébsamen muriendo 37 personas, de los cuales 32 eran niños y cinco adultos. La gente amaneció tratando de rescatar las personas que había en el centro al momento de producirse la catástrofe.
¿Quién restituirá a los maestros y al pueblo mexicano las heridas sufridas por no haber sido protegidos con justicia y equidad como debe serlo la persona cuya seguridad es responsabilidad de los estados y las autoridades de los gobiernos?

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