¿Les digo algo?

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Nexcy d’León

De la argamasa de Soldevilla quedan pocos médicos en el país

La pandemia, el traspaso de dirección y administrativo en las instituciones sanitarias, el cierre de muchos hospitales en remodelación, el desabastecimiento de medicamentos, de equipos, de camas y los cobros indebidos agudizan el drama de los enfermos que van a los centros públicos y privados en los que la odisea que pasan adquiere matices distintos de plata o de tráfico de influencia para recibir las atenciones.

El estancamiento del sistema de salud terminaría si se asumieran los preceptos de la Constitucióny el mandato del artículo 174 de la Ley 87-01 que reza: “El Estado Dominicano es el garante final del adecuado funcionamiento del Seguro Familiar de Salud (SFS), así como de su desarrollo, fortalecimiento, evaluación y readecuación periódicas y del reconocimiento del derecho de todos los afiliados.

En tal sentido tiene la responsabilidad inalienable de adoptar todas las previsiones y acciones que establecen la presente ley y sus reglamentos a fin de asegurar el cabal cumplimiento de sus objetivos sociales y de los principios de la seguridad social.

En consecuencia, será responsable ante la sociedad dominicana de cualquier falla, incumplimiento e imprevisión en que incurra cualquiera de las instituciones públicas, privadas o mixtas que lo integran, debiendo en última instancia, resarcir adecuadamente a los afiliados por cualquier daño que pudiese ocasionarles una falta de supervisión, control o monitoreo”.

Establecer un sistema de salud eficaz requiere que los médicos de vocación, inteligentes, capacitados, bien formados y éticos y la sociedad en su conjunto se sientan llamados a contribuir a ordenarlo, aportando ideas y esfuerzos para hacerlo eficiente y asertivo para bienestar del ciudadano.

El martes pasado dejó de existir el doctor Dionisio Soldevilla, un médico incapaz de dejar un paciente a su suerte, por la conciencia y el compromiso social asimilados en la universidad durante sus estudios.

Hacía mediados de los años 70, llegó graduado en Cardiología desde la Unión Soviética; muy pronto se ganó el cariñó, la admiración y el respeto de los trabajadores que iban al hospital del Instituto Dominicano de Seguros Sociales (IDSS), Salvador B. Gautier.

Ese brillante médico, orgulloso de tener capacidad para sanar las personas, no se sentía disminuido aldedicar tiempo a sus pacientes diligenciándole junto asus familiares elpapeleo para ingresarlos, operarlos o conseguirles las medicinas que necesitaran.

El doctor Soldevilla era incapaz de desligarse del paciente hasta no dejarlo en condiciones seguras para su recuperación. Asumió la defensa integral de la vida en todas sus manifestaciones situación que lo llevó a enfrentar al gobierno del ex presidente Joaquín Balaguer.

De la argamasa de que estaba hecho Soldevilla quedan pocos médicos en el país. Exigir seriedad en el trabajo para sanar los enfermos disgusta aquellas personas de escasa o ninguna conciencia,capaces de cargar con los insumos, las medicinas, los vehículos, equipos y materiales hospitalarios de todo tipo,que, como los compra el Estado, consideran se los pueden llevar a sus casas, sus consultas privadas o regalarlos a amigos, vecinos, familiares y relacionados, impidiendo que el ciudadano que los necesita los obtenga.

Desarrollar un sistema eficiente, humano y al alcance de la población requiere de médicos éticos, íntegros y con profunda conciencia social como el doctor Dionisio Soldevilla. Paz a su alma.

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