¿Les digo algo?

¿Les digo algo?

Nexcy d’León

En la República Dominicana siempre es tiempo de campaña electoral. Ahora que fue oficialmente iniciada, los candidatos inundan todos los espacios posibles con rostros sonrientes, incumplibles promesas y absoluto desprecio por la tranquilidad ciudadana.

El desempleo y la necesidad han generado oficios y servicios muy demandados por el proselitismo vacío: vocingleros que fungen de activistas entusiastas en mítines, marchas y paradas; interactivos cuya función es llamar a programas de radio y televisión para promover sus candidatos; influenciadores de Facebook, YouTube, Instagram, TikTok, Snapchat, Pinterest, WhatsApp y Messenger; distribuidores de volantes, pintores de letreros, colocadores de afiches y encargados de perifoneo. Destacan por su descaro comunicadores que alquilan sus comentarios en vivo o por escrito, empresarios que subcontratan público, compañías que venden encuestas y sondeos, opinadores pagados, compradores de votos, sonsacadores y difamadores a sueldo.

Anuncios formales y espacios contratados en medios de comunicación y en Internet, creación de imagen, grabaciones musicales y conciertos en vivo en tarimas y carrozas contribuyen a una activación económica que hace que las campañas electorales parezcan ferias macondianas.

Las campañas implican un enorme gasto que paga el pueblo con su trabajo y sus impuestos. Bullanguería y festín carentes de contenido que dejarán, irremisiblemente, una resaca y un dolor de cabeza cada vez mayores y gobernantes y legisladores cada vez peores. El pueblo dominicano no merece los políticos que sufre.

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