Cuando quienes tienen el encargo de administrar justicia, prevenir y perseguir el crimen y el delito y de garantizar la sana convivencia se convierten en cómplices y protectores de delincuentes la sociedad se desampara y los violadores de la ley son estimulados y protegidos.
Los fiscales desempeñan un papel fundamental en la administración de justicia y su trabajo contribuye a un sistema penal justo y equitativo y a la protección eficaz del ciudadano contra la delincuencia; puesto que son miembros esenciales del sistema judicial y deben mantener en todo momento el honor y la dignidad de su profesión.
El sometimiento a la justicia de fiscales y empleados de la Procuraduría de la República revela el nivel de indefensión de la ciudadanía, expuesta a delincuentes protegidos por quienes deben perseguirles.
Policías, fiscales, auditores y jueces son parte del entramado delictual y se constituyen en el principal obstáculo en la tarea de extirpar la corrupción y la delincuencia común que alteran la tranquilidad de las familias y lastran el crecimiento económico de la nación.
Sabemos que no son todos, que muchos de esos servidores de la justicia cumplen sus funciones con apego a las leyes y de modo honorable. Pero hay mucha podredumbre que debe ser extirpada para garantizar que la ciudadanía cuente con policías, auditores, fiscales y jueces confiables.
¡y haréis justicia!