Ya es tradición poco creativa y menos productiva que los jefes de estados o sus representantes se reúnan para analizar la realidad ambiental del planeta y las tendencias climáticas. Se trata de foros para la retórica y las poses en los que se narran supuestos esfuerzos, se proclaman compromisos que no se pretende cumplir y se asumen metas que servirán para explicar en futuras cumbres por que no se lograron.
La Conferencia de las Partes, COP28, que se celebra en Dubái es la cumbre del clima con más participantes hasta la fecha: se estima que asisten 97,000 personas entre comisiones oficiales, representantes de organizaciones no gubernamentales, grupos de interés y comunidades de base.
Las amenazas del cambio climático son reales y ya empiezan a manifestarse a pesar de una intensa campaña de negación y de la falta de correspondencia entre discursos y políticas enunciadas y lo que realmente se ejecuta. Esta inconsistencia se manifiesta desde las grandes potencias económicas, responsables mayores de la degradación y calentamiento del planeta, hasta las pequeñas economías y países más vulnerables.
República Dominicana estará presente con su portafolio de “allante y movimiento”, como la mayoría de los países. Una muy amplia delegación presentará una agenda del país no consensuada, que no se parece a las políticas públicas reales. Mientras, las vulnerabilidades a eventos climáticos crecen y la naturaleza se empeña en demostrarlo.
Esperamos que el calor y el frío extremos, los huracanes, las inundaciones y las sequías se enteren de la COP28.