Al escribir estas líneas se ignoraba si se habían cumplido los vaticinios de las encuestas de que uno de los candidatos ganaría las elecciones en primera vuelta. Lo cierto es que el 16 de agosto en el país comienza un nuevo periodo constitucional que demandará cambios en la dirección del Estado y sus instituciones.
El ganador del escrutinio 2024-2028 debe estar consciente de que las instituciones estatales andan manga por hombro; que la mayoría de quienes fueron nombrados en ellas carecían de experiencia en asuntos del Estado, muchos nunca habían sido empleados, ni dirigido ninguna entidad y se les pasaron los cuatro años sin darse cuenta y sin siquiera leer las leyes y los reglamentos de las dependencias donde están.
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Si quien sigue en el “carguito” es Luis Abinader, efectuar el cambio prometido le exige sopesar e investigar, sin ambages, el desempeño de los funcionarios de su primer cuatrienio; seleccionar gente capacitada para gerenciar y ejercer sus funciones como servidores que deben actuar en pro de los intereses del pueblo que delegó en ellos su representación, solo así quedará en los anales de la patria.
Sea quien fuere el presidente escogido, la realidad es que el desplazamiento del Partido de la Liberación Dominicana del poder ejercido por más de veinte años implicó para el Gobierno que lo sustituyó aprender a administrar el Estado y enrolarse en las actividades económicas, en los convenios internacionales y nacionales. Esperemos que el presidente, los funcionarios municipales y legisladores electos cumplan sus promesas y propuestas de soluciones a los problemas fundamentales que afectan la vida de la población dominicana.