La construcción de la nación a través de la creación de una identidad deportiva común, asociada al éxito, es un fenómeno que se encuentra presente en la gran mayoría de países. El deporte se convierte en una herramienta de consolidación en la formación de una idea de Estado-Nación basada en la competitividad y la superioridad. Ese es el sentimiento popular que generan las competiciones deportivas como las Olimpíadas o los campeonatos mundiales. Muchos son los casos en los que el deporte ha servido para unir a una nación en momentos de crisis, lo que implica el surgimiento de un sentido de pertenencia nacional alrededor de una identidad deportiva.
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El triunfo de Marileidy Paulino en las Olimpiadas de París unificó en torno a su figura a todos los sectores del país y despertó entusiasmo y admiración hasta en aquellos que renegaron de ella por su color y origen humilde cuando apenas empezaba a mostrar su potencial en sus primeras competencias. El deporte es un instrumento muy potente que puede generar un punto en común aun en los contextos más adversos. La universalización y sistematización de las prácticas deportivas debe ser parte esencial de las políticas de educación y salud para garantizar las dos funciones más relevantes del deporte: desarrollar la salud y las capacidades físicas de niñas y niños y, por el otro, como un medio para la integración social.