Ley de Mecenazgo Cultural: hacia una concepción colectiva de la cultura

Ley de Mecenazgo Cultural: hacia una concepción colectiva de la cultura

Mediante el apoyo a esta ley, el músico dominicano podría llegar a mostrar su talento en un mayor número o/y más reconocidos escenarios. Foto de Ivette Peña

La promulgación de esta ley es beneficiosa para nuestro país; sin embargo, es necesario que la sociedad tome conciencia de su verdadero valor

Por: MIRFAK ROWLAND

La cultura dominicana es muy rica y diversa. Debido a ello, los principales atractivos de nuestra nación que cautivan a locales y extranjeros están intrínsecamente vinculados al patrimonio tanto material como inmaterial que nos identifica como país. Basta trasladarse a una provincia del Sur y luego visitar el Este o el Norte para poder ser testigos de la pluralidad cultural que nos distingue, con múltiples tradiciones y expresiones que son testimonio de un legado multicultural todavía presente en diferentes ámbitos, como la gastronomía, la música, la lengua, el arte y la religiosidad popular de cada región.

Este hecho, sumado al ingenio y la creatividad del dominicano, han propiciado una revolución sin precedentes que ha contribuido a que la cultura emerja como una industria en vías de convertirse ya en un potente motor de la economía local, puesto que genera empleos, promueve el emprendimiento y visibiliza en otros países y continentes nuestra idiosincrasia, tradiciones, costumbres y rasgos distintivos.
Debido a esta y otras razones, importantes sectores vinculados al ámbito cultural nacional expusieron la necesidad de una ley que estableciera los incentivos y herramientas necesarios para estimular la constitución y el fomento de empresas creativas y culturales, a fin de que este renglón de la economía manifestara un mayor crecimiento. Y es así como en el año 2019 la República Dominicana concibió un importante instrumento para el desarrollo de políticas encaminadas a impulsar el quehacer cultural del país. Nos referimos a la Ley 340-19, mediante la cual se establece el régimen de incentivo y fomento del mecenazgo cultural.

Entre los objetivos de dicha ley, es importante destacar el apoyo a las creaciones artísticas y el sostenimiento cultural mediante el incentivo del mecenazgo, la promoción de políticas dirigidas a los inversionistas nacionales o extranjeros de entidades financieras y comerciales, públicas y privadas, para su inserción como mecenas culturales, y el respaldo, en el marco de la legislación tributaria, a la aplicación de distintas medidas o regímenes que contribuyan al fomento del mecenazgo cultural.

Otra de sus finalidades es alentar la realización de actividades de investigación y desarrollo cultural, así como de programas de apoyo de dicha naturaleza. Además, esta ley busca incentivar las donaciones económicas para programas sin fines de lucro generados por instituciones públicas o privadas.

Esta disposición también tiene como propósito estimular el apadrinamiento o patrocinio de proyectos, propuestas y programas de investigación, así como la divulgación artística y cultural a través de la edición de publicaciones especializadas, exposiciones de arte, concursos de arte y literatura, producciones audiovisuales o radiofónicas, ferias artesanales, foros, conferencias y congresos nacionales e internacionales.

La promulgación de la ley de mecenazgo se constituye en un logro que beneficia a artistas, gestores culturales y entidades culturales públicas o privadas, al igual que a personas naturales o jurídicas que realizan donaciones extraordinarias o especiales a otras personas físicas o jurídicas, contribuyendo a desarrollar y consolidar proyectos creativos y artísticos individuales, como también programas culturales institucionales a nivel comunitario, municipal, provincial o nacional.

Se trata de una ley muy esperada, muy debatida, y con la que la República Dominicana resulta muy favorecida. Sin embargo, es necesario que la ciudadanía sea consciente del valor real de la misma. Contar con esta ley abre nuevas puertas de desarrollo a la cultura nacional. Significa, entre otras cosas, que el dramaturgo podría hacer más rentable su oficio, que el artesano podría convertir su taller en una industria, o que el músico podría llegar a mostrar su talento en un mayor número o/y más reconocidos escenarios.

Entender el valor de la Ley de Mecenazgo significa que más jóvenes dejarían de delinquir para hacer del arte su medio de subsistencia; significa que se incrementarían las investigaciones en torno a manifestaciones artísticas cuyo origen debe ser conocido, difundido y promovido; y significa también que se articularían más políticas públicas dirigidas a incentivar las industrias creativas y, de esta manera, aumentaría su aporte al producto interno bruto nacional.

Si como país apoyamos esta ley, estaríamos contribuyendo al ejercicio del derecho fundamental que todos los ciudadanos atesoramos y que tiene su asiento constitucional en el artículo 64, el cual establece que “toda persona tiene derecho a participar y actuar con libertad y sin censura en la vida cultural de la Nación, al pleno acceso y disfrute de los bienes y servicios culturales, de los avances científicos y de la producción artística y literaria”.

De igual modo, no podemos perder de vista que en esta nueva era los bienes y servicios culturales son consumidos por un público cada vez más exigente, por lo que la calidad de los mismos debe elevarse en mayor medida a fin de que los consumidores puedan sentirse satisfechos y, en consecuencia, se garantice el desarrollo de actividades cuyo fin no solo sea el de proporcionar deleite y conocimiento, sino también el de generar un valor pecuniario.

La promulgación de esta ley nos obliga como ciudadanos a replantearnos la concepción que tenemos de la cultura. Es bien sabido que el Estado tiene una gran responsabilidad en este sentido, al igual que es evidente su participación en el diseño y ejecución de estrategias encaminadas hacia este propósito. Sin embargo, desde diversas esferas de la sociedad, sobre todo desde el sector empresarial, se debe reconocer, en mayor proporción, el apoyo a la expansión artística y cultural como una responsabilidad colectiva.

El desarrollo cultural combate la ignorancia y genera en los ciudadanos un mayor nivel de respeto hacia su identidad, sus tradiciones y sus raíces. Decir a viva voz que nuestro país es una cantera de arte y cultura no es suficiente; hace falta sumar voluntades y realizar mayores esfuerzos para transformar esa riqueza en un instrumento para el progreso social.

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