Librar al sector de la construcción de factores en contra. Como renglón de la economía, levantar obras para fines habitacionales o empresariales, desde lo micro hasta dimensiones mayores, hace crecer patrimonialmente a la sociedad dominicana dotando, como es obvio, de mejores hábitats a las familias y de más edificaciones de carácter utilitario.
Mucho conviene que el sector de la construcciones marche al ritmo que lo ha caracterizado por decenios contribuyendo a que este sea uno de los países de elevado Producto Bruto Interno al tiempo de jugar un importante rol como generador de empleos.
En la actualidad contextos globales y locales inciden negativamente sobre costos operativos y precios finales en perjuicio de los promotores y adquirientes, restando dinamismo a las inversiones.
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Algunos reajustes solicitados formalmente por los constructores y agentes inmobiliarios y de hipotecas van en el sentido de flexibilizar los controles de liquidez por seis meses en el acceso a los financiamientos y aliviar el peso de aranceles e itebis que intensifican la carestía de materias primas importadas, lo que se lograría revisando la forma de calcularlos.
Auspiciando la recuperación de la industria del cemento y la varilla el Estado contribuiría al movimiento de otros renglones de la economía en beneficio de distintos sectores ciudadanos que también pagan impuestos. Sería una forma de reducir obstáculos de abrumadores componentes externos y estructurales localmente sin reales sacrificios fiscales.