América Latina y el Caribe no podrán beneficiarse plenamente de la digitalización y la inteligencia artificial, mientras los hogares de menores ingresos y los rurales permanezcan desconectados de infraestructuras básicas como el Internet, según se desprende de un análisis de la última serie #GraphForThought, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
En el documento, titulado “Cinco tendencias de desarrollo en América Latina y el Caribe para 2025”, se destacan aspectos observados durante 2024 que probablemente persistan o se intensifiquen este año, tales como: el lento crecimiento económico, baja productividad, desigualdades, fragmentación social y un apremiante cambio climático. El documento contiene que en ALC, los hogares más ricos tienen casi el doble de acceso a Internet que los más pobres.
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Las brechas en el ámbito de la educación agravan aún más el problema. Los resultados de PISA dan cuenta de importante dificultades en el dominio de habilidades complejas como las matemáticas y las ciencias. De su lado, las desigualdades sociales como la carga desproporcionada de cuidados que recae sobre las mujeres, limita su contribución económica, pese a graduarse de disciplinas STEM, casi en igual proporción que los hombres.
Baja productividad
De acuerdo a la publicación, la baja productividad es uno de los mayores obstáculos para el crecimiento en ALC. Agrega que la región ha tenido dificultades para aprovechar revoluciones tecnológicas pasadas y arriesga perderse los beneficios de la digitalización y la inteligencia artificial.
Para avanzar, señala, es necesario enfocarse en crear empleos y negocios basados en el conocimiento y la innovación, especialmente en áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM).
Fragmentación social
Sobre ese aspecto, observa la persistente desigualdad que erosiona la confianza pública en la democracia y las instituciones, profundizando la fragmentación social.
Cambios ambientales
Además de los desafíos económicos y sociales, la región también enfrenta importantes cambios ambientales. El cambio climático ya no es una amenaza lejana, sino, una realidad. Por ejemplo, las sequías más frecuentes y severas están afectando el día a día de las personas, agricultura, comercio y la generación de energía. De no tomarse medidas adicionales, esas presiones podrían comprometer la calidad de vida y la resiliencia de la población, puntualiza el informe.