El discurrir de la novela “Una guerra de sueños” resulta impredecible desde la primera hasta la última página de las 346 que componen este texto narrativo. Pobre del lector que sin leerla íntegramente pretenda prever los acontecimientos de las tres partes, segmentada en 27 mini paratextos, que tejen esta vigorosa novela.
Se trata de un texto narrativo que quiebra la lógica semántica y secuencial, herederas de la Poética aristotélica y sus secuelas sobre la concepción de lo mimético en la tradición e institución literaria occidental.
Aún algunos de sus tópicos y motivos puedan resistir interpretaciones alegóricas, estamos ante un corpus narrativo consistente con la poética de la inmanencia textual de los mundos posible e imaginarios al modo en que lo han propuesto los teóricos de lo ficcional Lubomir Dolezel, Thomas Pavel, Félix Martínez Bonati, Umberto Eco y el antropólogo Gilbert Durant, entre otros tratadistas que han reflexionado sobre los universos y las representaciones simbólicas que trascienden lo que se denomina como lo real y natural en el campo literario y artístico.
Sostenida sobre un cronotopo onírico alterno sin ser oniromancia, “Una guerra de sueños” convida a los lectores a ingresar ficticiamente a los asombros e incertidumbres de un mundo colonizado por la pulsión y consumación de deseos infinitos en donde los sujetos que habitan ese espacio (ya nómadas o sedentarios) han devenido en máquinas deseantes omnívoras insaciables como observaran los filósofos Gilles Deleuze y Felix Guattari.
Se asiste alostrasfondos del ultraneoliberalismo de las sociedades capitalistas globalizadas que traspasan las fronteras nacionales, de la inteligencia artificial llevada a planos descomunales, de los sistemas complejos de la alta tecnología digital de los chips, de la ingeniería genética que programa el futuro, de la comunicación telepática a través de la mente y de los saberes científicos que resultan de los avances en las investigaciones más avanzadas de la neurociencia.
La coherencia de “Una guerra de sueños” –que además de bien escrito es lo que se le puede exigir a un texto especulativo y de ciencia ficción– apuesta a la soberanía de lo ficcional erigiendo un tejido textual verosímil y convincente amparado en los parámetros instituidos por el pacto del narrador con el lector ante un texto ficticio-simbólico que tiene sus propias reglas al margen o en complicidad, implícita o explicita, con lo real desde el plano de lo lineal-convencional alrededor de la materialidad física y sus leyes.
La novela se instituye legítimamente en primer plano como entidad ficcional en torno a un narrador-editor –de los varios que actúan en el texto– que investiga la prehistoria y la intrahistoria del autor de una novela atribuida sospechosamente, en la segunda década del siglo XXI, a un escritor bisoño apodado Francoca, acusado del robo de una narración sobresaliente que suponía una transformación y salto radical de la novelística dominicana.
El texto en cuestión es la novela “Una guerra de sueños”.
De modo, que la ficción se organiza sobre dos historias céntricas con varias alternas que coexisten y que se conectan entre sí por medio de las bisagras del sueño: este las hace coexistir y converger a todas. Ninguna de las demás microhistorias satélites que se organizan como apéndices de las dos hegemónicas son rizomáticas.
Su naturaleza onírica desemboca en una confluencia de mundos alternos que trastoca toda la historia dominicana y su archivo memorístico, lejano y cercano. La Isla Española a partir de la tercera década del siglo XXI ya no se llama RD ni Haití.
Ahora es el Nuevo Estado Mulato del Gran Babeque al unificarse los dos países, luego de una especie de revolución conocida como “El Proceso” (2027-2030) llevado a cabo por un sátrapa criollo, rey de la corrupción y dueño del poder absoluto, llamado el Dr. Aníbal Augusto Servilló que refunda toda la isla y sus concepciones identitarias.
El desarrollo de la novela se extiende hasta el año 2078 cuando Francoca, luego de realizar su vida homosexual en oriente, regresa a la isla tras más de cuatro décadas de ausencia. El país ya no es lo que era. Su transformación había sido radical, aunque el poder del Estado lo seguía conservando vitaliciamente El Dr. Aníbal Augusto Servilló.
“Una guerra de sueños” funciona como una metanovela integral. Los 25 capítulos que quedan circunvalados dentro del polo inicial (“El nacimiento de la historia”) hasta el borde final (“¿Dónde estaba la verdad?” así lo corroboran.
En la primera parte, Nabila Hassan, alias María La Turca, era la escritora más talentosa y prometedora de su promoción en las dos primeras décadas del siglo XXI en la RD. Desilusionada del país y de la corrupción vigente que ya había invadido hasta los espacios literarios oficiales, un día tomó todos sus manuscritos y los hizo cenizas en un asador rudimentario.
Pero el crimen no fue perfecto: previamente el escritor llamado “Francoca” le había robado un manuscrito (la novela “Una guerra de sueños) con la que ganó el Premio Nacional de Novela, con un monto de dos millones de pesos. El galardón, otorgado por avenencias furtivas del Ministro de Cultura y el jurado, sirvió como escalera para que Francoca escalara socialmente hasta llegar a ser representante Diplomático del Nuevo Estado Mulato del Gran Babeque en Tayikistán y Afganistán.
“Todo lo que se ‘usa’ mucho termina gastándose. El poder, por ejemplo”, es el epígrafe con que abre el primer capítulo de la novela (“En las lomas de El Choco”) narrada desde su apertura en claves de sueños, y adjudicada difusamente a la autoría de María La Turca.
Pocos años después La Turca termina lanzándose de una azotea de la calle El Conde luego de haberse intoxicado con Rohipnol. Sergio Flades, alias Serapio, otro escritor en ciernes (que deviene frustrado en taxista) se encarga de divulgar y difamar por las redes sociales el plagio de Francoca hasta lograr que este desaparezca de la cartografía literaria dominicana.
En el interregno narrativo, que se extiende desde “El nacimiento de la historia” hasta “¿Dónde estaba la verdad”, de la tercera parte, es que se cuentan los acontecimientos atómicos de “Una guerra de sueños”. Sus acontecimientos se despliegan geográficamente entre lugares tan distantes como Cabarete, Puerto Plata, y el Medio Oriente. La trama onírica entrelaza una pluralidad de países y ciudades como por ejemplo Nagua y Santo Domingo, entre otras zonas planetarias.
¿Qué narra la novela, es decir “Una guerra de sueños? Una polifonía de sueños, una suerte de Armagedón apocalíptico que enfrenta el bien y mal sin apelar a ningún paradigma moralista procedente de religión alguna, aun las alusiones a mitos paganos y religiosos que confluyen en la narración.
Entre una numerosa galería de actuantes y personajes sobresalen El Perro, Serptes y Bhamil, tres figuras paranormales y sobrenaturales poseedores de poderes trascendentales que secuestran las mentes de los individuos y los convierten en fieles guerreros de sus respectivos ejércitos para que se enfrentan en una guerra final a muerte frente al mar Caribe que rodea a Santo Domingo y en los alrededores de sus sectores urbanos más populares.
Se trata de una confrontación de extensiones mundiales escenificada desde la isla caribeña refundada como Nuevo Estado Mulato del Gran Babeque, centro de la conflagración, y en donde está en juego la desaparición, sobrevivencia o continuidad de la especie humana sobre el planeta. He aquí la principal señal de que estamos ante una narración que se ampara en la poética de la ficción de los mundos posibles y el derramamiento infinito del campo de lo imaginario.
Una de las singularidadesde los textos literarios que trascienden la inmediatez es la polisemia que deja abierto diversos asideros exegéticos. “Una guerra de sueños” se inscribe en esa dirección. Sobresale en ella un sujeto multinacional, multilingüe, multicultural y multiétnicos desterritorializado, aún preserve sus marcas culturales originarias bajo los efectos del advenimiento y ejecuciones prácticas de la inteligencia artificial que suple el deseo.
Entre otros ejercicioshermenéuticos posibles y abiertos me interesa destacar el humor certero y pertinente que permea esta novela; igualmente la ironía como estética que espolea el pensamiento e incita a pensar. Muy dominicana lingüísticamente y de alcances universales a la vez, estamos ante un auténtico homenaje a la creación de los mundos alternos que posibilita la literatura y la imaginación. Invito a leer esta convincentey perspicaz novela de Manuel García Car