A solo 10 días para que asuma el gobierno el presidente Luis Abinader, es oportuno hacer algunas reflexiones y observaciones.
Primero, dos cosas de manera especial, sobre el cúmulo de asuntos con los que tendrá que lidiar:
Recuerde las largas horas que ha tenido para pensar, desde que decidió buscar la nominación presidencial hasta el día de hoy. En el camino quedaron y fueron descartadas propuestas, personas, intenciones.
Esas largas horas de pensar, fueron un buen abono para realizar las tareas propias de su alta investidura con toda la precisión, serenidad y tranquilidad posible, sin que le tiemble el pulso. Tendrá que adoptar decisiones contrarias a sus deseos, pero las razones de Estado las impondrán, a veces son dolorosas, pero absolutamente necesarias, entonces, actúe.
-Siempre, en todas sus decisiones, actuaciones, directrices, conductas, recuerde, siempre, siempre, que un día usted bajará las amplias escalinatas del lado sur del Palacio Nacional y desde ese momento solo será un expresidente.
Desde ese momento, comenzará a ser juzgado de manera diferente, por aquello de que una cosa es con guitarra y otra cosa es con violín. Para ese momento, se habrán espantado los moscones hijos de la adulación y el lambonismo y entonces descubrirá quienes han sido sus verdaderos amigos.
Los que ayer se deshacían en elogios y palabras almibaradas comenzará a criticar lo que antes aplaudían. Lo importante, cuando baje esas escalinatas, es tener la satisfacción y el orgullo de poder decir; he cumplido con mi deber.
Siempre se debe perseguir haber ganado el respeto del pueblo por haber actuado con sentido humanitario y justo.
Le invito a que haga el siguiente ejercicio: hace muchos años escribí un artículo titulado “El hombre del espejo” me refería a la importancia de tener la satisfacción, mientras me afeitaba, de poder decirle al hombre del espejo que mis acciones fueron limpias, claras, justas, que hice frente con valor, respeto y humanidad a todo lo que hube de enfrentar: es imposible mentirle a ese hombre que sabe todo de mí, como nadie.
Usted, Presidente Abinader, será objeto de los más almibarados elogios, pero no olvide que por todos los lados habrá, también, quienes se ocuparán de observar el mínimo detalle suyo para criticarlo y agrandar y repetir hasta el infinito cualquier falla que, como humano, cometerá.
Desde el domingo 16, usted será el objeto de todas las miradas de quienes le quieren bien y de quienes no lo quieren. Es el mejor momento para actuar para proceder con todo el equilibrio necesario para siempre actuar en favor de la Nación, por encima de quienes lo enamorarán para que los favorezca con privilegios.
Usted sabe que todos en mi familia le deseamos bien. Cumpla con su deber y será respetado y aplaudido, el día que baje las escalinatas del Palacio Nacional.