Así como Sergio Leone imprimió una huella con una de las películas más emblemáticas del género western, quienes seguimos de cerca las discusiones sobre los acuerdos por la acción climática hemos depositado fuertes expectativas en que post París y post Marrakech la comunidad internacional, y la sumatoria de esfuerzos nacionales, logren dejar una marca indeleble hacia la acción climática de cara al logro de la agenda de desarrollo sostenible 2030.
¿Lo bueno? La vigésimo segunda reunión de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP22 por sus siglas en inglés) transcurrió en Marrakech con una antesala histórica: la entrada en vigor del Acuerdo de París, un hito logrado años antes de lo esperado con la ratificación de 111 países, representando el 77% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.
A pesar de las preocupaciones previas a la Conferencia de que algunos países socavaran los niveles de ambición del Acuerdo de París en 2015, varios eventos en el camino a Marrakech ratificaron un sentido de urgencia -expresado por distintas voces, desde gobiernos, sector privado y organismos internacionales- para acelerar la implementación de los compromisos asumidos por la comunidad mundial y dar respuesta al cambio climático (CC) con la implementación de un modelo universal de desarrollo carbono neutral, resiliente y sostenible.
Otra buena noticia es que la Organización de Aviación Civil Internacional logró un acuerdo sobre una nueva medida mundial de mercado para controlar las emisiones de CO2 procedentes de la aviación internacional y en octubre, los Estados miembro del Protocolo de Montreal suscribieron un acuerdo histórico para la reducción de emisiones de hidro fluorocarbonos (HFC), gases de poderoso efecto invernadero que se utilizan en el sector de refrigeración, control de incendios y como propelente de medicamentos para la prevención de enfermedades bronco-respiratorias, con el impacto de prevenir incrementos de temperaturas globales de hasta 0.5°C para continuar protegiendo la capa de ozono, hasta detener el consumo de HFC.
Asimismo, un reporte emitido, a principios de noviembre, por el Proyecto Global del Carbono de la Universidad East Anglia mostró que las emisiones globales de carbono provenientes de la quema de combustibles fósiles no crecieron en 2015, debido a la reducción del uso de carbón en China. Este hecho de que las emisiones hayan crecido por debajo del crecimiento del producto bruto (3%) es sin precedentes, pero no es suficiente. Las emisiones globales deben disminuir rápidamente, y no simplemente dejar de crecer.
Mientras que el informe sobre emisiones globales del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente refleja que el mundo se encuentra rumbo a incrementos de temperaturas entre 2.9 y 3.4°C en este siglo, con emisiones previstas para el año 2030 de 12 a 14 gigatoneladas por encima de los niveles requeridos para limitar el calentamiento global por debajo de los 2°C en relación a niveles pre-industriales.
¿Lo feo? Para el año 2060 el tamaño de la economía mundial se triplicará; la población mundial sumará 3 billones de personas y como resultado, la demanda energética crecerá significativamente con fuerte presión al alza de las emisiones de CO2, según un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, y tendrá un efecto multiplicador de amenazas: en las próximas décadas podríamos ver hasta 200 millones de personas desplazadas a raíz del CC, menor productividad agrícola y pecuaria, zonas costero-marinas inhabitables por el aumento de los niveles de los océanos, generando presiones adicionales sobre infraestructuras y generación de medios de vida en centros urbanos en expansión.
Frente a estas amenazas, países como Canadá, Alemania, México y Estados Unidos anunciaron estrategias ambiciosas frente al Cambio Climático hasta el 2050 que reflejan el objetivo a largo plazo del Acuerdo de París de lograr la neutralidad climática y un mundo con bajas emisiones en la segunda mitad del siglo.
A nivel regional, América Latina y el Caribe exhiben un fuerte compromiso con la agenda climática: 32 países presentaron a la fecha sus Contribuciones Previstas y Determinadas a Nivel Nacional (INDC por sus siglas en inglés), incluyendo metas de reducción de emisiones y de adaptación al cambio climático.
Para los países en desarrollo como República Dominicana, uno de los principales retos es traducir las metas plasmadas en las INDC en planes de inversiones y estructurar proyectos y programas ambiciosos para orientar el presupuesto nacional, acceder a fuentes de financiamiento verde, como el Fondo Verde del Clima, y apalancar inversiones privadas.
La autora es Representante Residente Adjunta del PNUD.