Lo que debería ser normal se convierte en expectación

Lo que debería ser normal se convierte en expectación

Teófilo Quico Tabar

En ocasiones se me ocurre escribir sobre temas que pueden llamar la atención o provocar comentarios adversos, sean de funcionarios o simplemente de ciudadanos que siguen los acontecimientos y se entretienen con las noticias. Pero no es mi intención. Me refiero a los nombramientos y las designaciones que, como el caso actual, mantienen en expectación a muchas personas ya que se acerca el 16 de agosto, fecha en que termina el mandato 20-24 y se iniciará el período 24-28 del presidente Luis Abinader.

Muchos años atrás escribí, coincidiendo con importantes tratadistas y expertos, que los presidentes cuando gobiernan por dos períodos consecutivamente como es el caso actual, el mandato para el cual fueron electos constitucionalmente termina cuatro años después de su juramentación. Y que, los funcionarios designados por el presidente para ese cuatrenio, terminan al agotarse ese período. O sea, que esos funcionarios terminan el mismo día en el cual finaliza el período del mandato constitucional.

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Es decir que, a partir de este 16 de agosto, el presidente Luis Abinader ejercerá otro mandato constitucional hasta el 2028. Y los funcionarios designados para este período que culminará dentro de unos días, también terminan sus funciones. Pero en caso de que el presidente tomase la decisión de mantener a algún funcionario en su puesto, debería ser confirmado.

Algunos juristas, expertos en administración pública o tal vez políticos, podrían argumentar que eso no es necesario, ya que, si el presidente tiene la potestad de designarlos, igualmente tiene el poder para quitarlos. Y yo no rebato esa idea, pero he entendido y sigo creyendo, que a partir del 16 de agosto el presidente iniciará un nuevo período constitucional. Y que a partir de ahí, los funcionarios que fueron designados en el ejercicio anterior, también terminan su mandato. Vuelvo y repito, que ese es mi parecer.

Y antes de que alguien emita sus criterios, lo invito a analizar fríamente lo que he expuesto anteriormente, en el sentido de que el período para el cual fue electo el presidente terminará el próximo 16 de agosto. Y que a partir de ahí se inicia otro período para el cual debe decidir quienes los acompañarán en esa nueva gestión. Otros podrían alegar que es demasiado trabajoso rehacer un gobierno por entero; sin embargo entiendo que además de conveniente, tanto los funcionarios como el país deberían entender esa situación como algo natural.

Una situación similar pero diferenciada adquiría mayor connotación o se podría prestar a conjeturas, cuando la gestión del gobierno que termina es de un presidente diferente o perteneciente a otro partido. Lo digo porque hemos tenido experiencias de casos de funcionarios que, entendiéndolo lógico, recogieron y se marcharon, pero luego los acusaron de abandono de cargo.

Sin embargo, el caso actual es diferente, pues se trata del mismo presidente y del mismo partido. Pero aun así, comparto la idea de que los funcionarios finalizarán sus funciones el mismo día en que termina el período para el cual fue elegido el presidente. O sea, que a partir del 16 de agosto, como la cosa más natural, cada quién debe esperar su confirmación o movimiento.