Me venció el Estado. Con esa expresión lapidaria, Danilo Medina asumía con resignación su derrota de 2007 en la convención de su partido.
La resignación es la renuncia a la lucha y quien asume esa actitud en la vida política suele pagarla con dolorosas derrotas o con humillantes avasallamientos. Por eso, el hoy candidato presidencial del PLD tiene que resignarse a aceptar como compañera de boleta a Margarita Cedeño. Una evidente imposición del partido/Estado y no de las encuestas.
Como es sabido, Danilo y muchos de sus cercanos seguidores, viejos y nuevos, eran partidarios de que la candidatura de este proyectara una imagen de prudente distanciamiento de las ejecutorias del gobierno, conscientes de que desligarse del todo no era posible ni justificable, pero sí persuadidos de que era importante evitar cargar con el fardo de un gobierno que es rechazado por más de la tres cuartas partes de la población.
Sin embargo, esa táctica no era viable. Un partido que se ha confundido con el Estado, que se ha convertido en una de las más lucrativas empresas económicas del país, no iba a permitirse el lujo de que uno de los suyos pretendiese presentarse como candidato presidencial sin que previamente aceptase como condición garantizar los intereses de todos los socios de la corporación, sobre todo del grupo mayoritario.
La ruptura de esa perversa lógica de grupo, que en su momento tanto Danilo como muchos de su círculo pensaron seria y honestamente que podría lograrse, no fue posible y podría afirmar que no se logró porque el ámbito de la política ninguna lógica grupal puede romperse sin luchar.
Hoy, a pesar de que con vehemencia internamente rechazaban el endoso de la margarita, tienen que aceptarla como forma de agenciarse la incorporación del grupo del Presidente y con ello los 40,000 millones de pesos que este dijo en Nueva York usaría para retener el poder y de ñapa, los muchos millones asignados al malhadado Despacho de la Primera Dama.
El pragmatismo, una variante del cinismo político y de la corrupción política, conduce a aceptar y justificar la candidatura de la Cedeño. Ahora dicen que ella suma a la candidatura de Danilo, sabiendo que aceptándola, niegan todas las razones que antes esgrimían para rechazarla como candidata a la presidencia o de compañera de boleta de aquel, porque no le reconocían condiciones para ninguno de esos cargos y que si bien ella podría sumar votos peledeístas y de la clientela política que ha creado con dinero del contribuyente, enajenaría unas significativas voluntades que suman votos sobre todo de las capas medias.
Con la imposición de la Cedeño como candidata vicepresidencial, se restablece una coyuntural unidad entre los grupos del partido/Estado y se produce una victoria de ese aparato sobre Danilo, pero esa expresión de atavismo político podría acentuar la tendencia hacia separación entre esa organización y un sector de la sociedad civil que antes le votaba, como reflejan algunas encuestas.
Esos sectores, hastiados de tanta corrupción e inseguridad ciudadana deberán rechazar el anacronismo de ver un Presidente que al no lograr imponer su propia reelección, impone su esposa como candidata vicepresidencial.
Otra lastimosa expresión de atraso político.