POR JOSÉ MIGUEL VERAS
Tradicionalmente, cuando pensamos en aguinaldos, lo que generalmente nos llega a la memoria son los sonidos de villancicos, música, tambores, maracas y en otras palabras, una idea de canciones y parranda navideña que se traslada de casa a casa, pero no es así.
Cuando buscamos en el diccionario la definición de este vocablo, encontramos la siguiente: «regalo que se da en Navidad (período de tiempo en el que se celebra el nacimiento de Cristo); ejemplo: ¿le has dado ya el aguinaldo al cartero?
Esto nos indica que literalmente el aguinaldo es diferente al que por tradición se entiende, que nos da a entender que los aguinaldos están unidos de la mano de los conocidos villancicos, los cuales no tienen nada que ver con el «darle la Navidad» o «darle la Nochebuena» a aquellos que durante todo el año nos han brindado cualquier tipo de servicio, generalmente rutinario (cartero, recogedor de basura, mensajero ) o como es usual en el gobierno que vivimos, el «doble sueldo».
La tradición de dar regalos en diciembre fue heredada por las sociedades americanas de las culturas romanas, románticas y españolas. Como lo revelan los expertos, los aguinaldos eran costumbres que estimulaban emociones de armonía, unidad, cariño y ternura entre los hombres, antes de la proclama de la Natividad de Jesús.
Originariamente, los aguinaldos se daban a través de juegos, en los que los partícipes retaban con determinado artículo o favor y en el caso de perder debían de cederlo a su contendiente.
Por ejemplo, en España se usaba el juego del «dar y no recibir», basado en la capacidad de memoria de los participantes. El compromiso, como su nombre lo indica, era no recibir nada del contendor.
Éste aprovechaba para ofrecer dádivas, objetos o manjares que representaban la debilidad de su compañero, quien debía inhibirse de recibirlos. Si relegaba el trato, se convertía en perdedor y el juego comenzaba de nuevo. Los antiguos celebraban el solsticio de invierno con desbordantes manifestaciones de paganismo, superstición y opíparos tragantonas que terminaban el 25 de diciembre.
En otras naciones, la palabra aguinaldo es reconocida como la evolución etimológica de Au -Gui-l’aneuf. Au quiere decir Al Gui, que es el nombre del muérdago de la encina que los clérigos druidas buscaban durante un rimbombante y pomposo ritual, para luego distribuirlo como el regalo más preciado -«símbolo de salvación»- entre todos los fervorosos y devotos seguidores del Edda o biblia del druismo.
L’anneuf significa el año nuevo. Así pues, el aguinaldo tiene raíces religiosas y en la actualidad se obsequia el mismo día que empiezan las novenas al Niño Dios.
En la actualidad los aguinaldos son una forma de demostrar afecto a quienes nos rodean, por ello, no deben ser cosas costosas, ya que la intención de éstos son el afecto y no el lujo y la ostentación.Esto es una conclusión definitiva, el aguinaldo no es una parranda navideña, literalmente hablando, aunque tradicionalmente está ligado a los villancicos de los cuales hablaremos ahora.
Los villancicos
No son más que esas tradicionales y hermosas interpretaciones alusivas a la Navidad, que aparecieron en la historia de la humanidad como canciones populares, siendo sus precursores los alemanes.
Allí los jóvenes se disfrazaban de Reyes Magos y caminaban por los callejones cantando y bailando. En esta marcha de alegría, recaudaban dinero en efectivo para entregar a las personas menos favorecidas, lo que lo convertía en una especie de colecta de estación navideña.
La palabra villancico está unida al significado de lo que es canción popular. Generalmente, los villancicos eran inventados por los campesinos y tenían, obviamente una temática religiosa. Los villancicos son una mezcla del espíritu plebeyo y culto. Históricamente, en los siglos XV y XVI, los compositores españoles hicieron grandes aportes a este género. Más aún, en el siglo XVI, los villancicos se empezaron a utilizar en las ceremonias religiosas de Navidad, las cuales eran interpretados por coros de niños ataviados como ángeles.
Los primeros villancicos en Inglaterra se reconocen históricamente con el nombre de Christmas y se interpretaron en 1170, en la corte del Rey Enrique I. A su vez, en Francia, los villancicos son conocidos como Noels.
La música de este género es de carácter simple y sencillo; sus letras son alegres y pegadizas. Pero aún hay muchas cosas que contar sobre ellos. El villancico es «la canción de la villa» y en sus orígenes sirvió para registrar la vida cotidiana de los pueblos.
En el siglo XV se consagraría como una peculiar forma de entender las tonadillas populares en la España Medieval, dando origen y asentándose la costumbre de entonar villancicos durante las fiestas navideñas. Algunas de las melodías europeas de los villancicos formaron parte de los misterios y representaciones teatrales medievales del Ciclo de Navidad, al prohibirse éstas en los templos, quedaron como cantos sueltos que se ejecutaban con motivo de la Navidad. Pronto los villancicos se trasladarían del pueblo a la Corte, convirtiéndose en los siglos XV y XVI junto con el romance, en las composiciones poético-musicales profanas más interpretadas.
Su evolución
La pieza gregoriana Puer natus est, por su alusión a la Natividad de Cristo, está considerada como uno de los primeros villancicos de la Historia. Y es que la traducción de los primeros versos latinos de este canto es: «Un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado». Entonces, ¿cómo no considerarlo un canto navideño?
El villancico, que en sus inicios fue una forma poética española, significa «canción de la villa», o «canción campesina» ya que, al parecer, fue un canto rústico de villanos o aldeanos en sus fiestas; su estructura musical fue sencilla y utilizada, a manera de acronismo o sucesiones de ritmos musicales, para registrar los principales hechos de una comarca.
Sin embargo, esto no impidió que más tarde, el villancico no sólo se robusteciese como variedad, sino que se convirtiera en el modelo de la «canción de Navidad», hasta llegar a nuestros días como amplio repertorio de canciones (de diferente origen) que se armonizan, casi universalmente, en la época navideña.
Los primeros villancicos en España fueron composiciones polifónicas a tres y cuatro voces que se encuentran recopiladas en los cancioneros españoles de la época. Se recogen villancicos de los principales compositores de la época, como Juan del Encina.
Su música es clara y sencilla, buscando la adaptación al texto. Encina, nacido en 1469, probablemente en la provincia de Salamanca y fallecido en León en 1529, realizó una creación con aproximación a la suculenta vena popular: la utilización hábil de los muletillas tradicionales. De su «Cancionero de Palacio» nos ha legado 68 composiciones vocales, entre las cuales existen villancicos.
Todavía es más curioso que el tema del villancico casi nunca tenía que ver con la Navidad. Había villancicos de temática religiosa, aunque predominaban los de corte profano. Estos tenían el carácter marcado de las canciones pueblerinas: vivos, irónicos e incluso picarescos.
De entre los de temática religiosa había algunos dedicados a la Virgen, a la festividad del Corpus, etc. Es importante señalar que los villancicos religiosos podrían haber formado parte de las representaciones escénicas medievales. Sin embargo, cuando éstas fueron prohibidas en los templos, quedaron como cantos sueltos navideños.
¿Pero son familiares de la bachata?
Aunque no se sabe a ciencia cierta, estos cancioneros contienen buena cantidad de villancicos polifónicos cortesanos que poéticamente derivan del «zéjel» y de los géneros italianos «virelai» y «ballata» (que muchos consideran antecesor de la bachata moderna), todos ellos conformados formalmente por estribillo (A), seguido de copla en dos partes (mudanza: bb – y vuelta: ba), al final de la cual se repite el estribillo (A) y sigue otra copla.
Paralelamente al villancico polifónico se cuenta ya en el siglo XVI con el villancico a una voz y acompañamiento de vihuela que, es un antecesor de la guitarra cuya aparición se inicia en elsiglo XVII. Desde fines del siglo XIX el nombre ha quedado exclusivamente para denominar a los cantos populares religiosos o profanos que aluden al misterio de la Navidad y que se cantan con el acompañamiento de instrumentos musicales populares.
A partir de esta época, el villancico sufre grandes cambios pues su temática se va concentrando hacia la referencia de los elementos que intervienen en la fiesta de Navidad.
Se trata de canciones que alternaban estribillo y estrofas. Eso no es todo. La estrofa tenía dos partes: la primera se llamaba mudanza y la segunda, vuelta.
Curiosamente, en la Andalucía árabe existía en tiempos de los troveros una composición de estructura parecida, llamada zejel, que alternaba estrofas (cantadas por un solista) con un estribillo que era interpretado por el coro.