Ni siquiera existe la gestión de alguna instancia superior a las de los ayuntamientos para garantizar que los gobiernos municipales, al privatizar la labor de recogida, no incurran en contrataciones lesivas al interés social que en algún momento del pasado movió a alguien a afirmar ante evidencias que los residuos sólidos eran menos putrefactos que los negocios oscuros a que daban lugar en ese momento. Duplicaban el costo del servicio a los munícipes y reducían la capacidad edilicia de higienizar las ciudades.
Si en verdad existe algún plan nacional de gestión de desechos urbanos a quienes se estarían ocupando de eso las pelotas, beisbolísticamente hablando, no cesan de pasarles de rodada entre las piernas; siendo que el acceso por intransitables vías al ineficaz vertedero de Duquesa lleva los camiones compactadores a pasar más tiempo en el camino de ida y vuelta que a operar eficientes en ciudades.
Puede leer: La veda a la prensa que coincide con denuncias de abusos
La opinión pública ha sido entretenida con promesas incumplidas de crear suficientes estaciones intermedias de acopio bajo control sanitario para un proceso apropiado. Además, la ciudad más antigua de América parece continuar como única en la región junto con Puerto Príncipe carentes de una mínima capacidad para reducir el volumen de los despojos que genera la gran población urbana. Con impulsos estatales al reciclaje y a la transformación en materia prima industrial de lo que no sirve, la colectividad estaría mejor protegida de la mucha suciedad.