Tal vez ahora, ante la sospecha de un brote de ántrax en Haití, se ponga atención a la denuncia de los productores de chivos y ovejos de Montecristi que llevan varios meses quejándose, sin que nadie les haga el menor caso, de la entrada irregular al país, sin ningún tipo de control sanitario, de miles de esos animales.
Según los cálculos de Félix Colón, presidente de la Asociación de Ovicaprinos Liniera, a Montecristi han ingresado en los últimos meses más de cinco mil chivos, lo que tiene muy preocupados a los productores de la zona, en su mayoría pequeños y por tanto muy vulnerables, debido a que la competencia desleal de los que los traen al país amenaza con llevarlos a la quiebra.
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También se quejan de que esos chivos tienen la carne muy dura, que no se ablanda ni con oraciones, lo que está haciendo daño a los productores de la Línea, que están perdiendo clientes. La situación se agrava, agrega Colón, con el brote de ántrax en Haití, ya que las cerca de 300 familias que viven de la crianza de chivos y ovejos temen que pase algo similar a lo ocurrido con la fiebre porcina, cuando los obligaron a sacrificar a todos los cerdos de la zona.
“Nosotros venimos alertando a las autoridades de ese desafío desde hace varios meses, y no nos prestaban atención. Ahora esperamos que no sea demasiado tarde”. Es lo que esperamos todos, para luego no tener que lamentarlo. Mientras tanto, desde el sábado se impusieron controles en la frontera con el protagonismo, como es natural, del Ministerio de Defensa, que coordina las medidas que se están aplicando.
Pero hasta ahora ninguna autoridad se ha referido a los chivos haitianos que ingresan al país de contrabando, ni si representan un peligro a considerar dada la facilidad conque burlan los controles. Como si a nadie importara lo que ocurra con los productores locales, o los chivos haitianos, al igual que los grandes camiones en los que según los denunciantes ingresan al país, fueran completamente invisibles. ¿Será brujería?