La CEPAL—Comisión Económica para América Latina y el Caribe— acaba de ofrecer unas importantes declaraciones, por medio de su Secretario Ejecutivo, que merecen ser tomadas en cuenta por todos los ciudadanos de la región, porque a todos nos incumben y nos tocan muy de cerca. Son, además, declaraciones que al llegar a los escritorios de nuestros gobernantes y sus asesores deben transformarse en advertencias.
¿Qué ha dicho la CEPAL a través del doctor José Manuel Salazar? América Latina y el Caribe, comentó a los periodistas que lo abordaron en Argentina, terminarán este año con una tasa de crecimiento menor a las previsiones de meses atrás. Los efectos del conflicto Rusia-Ucrania –presiones inflacionarias, costos financieros elevados, política monetaria restrictiva y disminución de los flujos de capital— siguen obstaculizando la dinámica ordinaria de la economía de la región, lógicamente en unos países más que en otros. Pero sus declaraciones más inquietantes tienen que ver con el comportamiento económico del próximo año, el 2023.
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Según las previsiones del doctor Salazar, obviamente fundamentadas en minuciosos estudios de los veteranos especialistas de la CEPAL, el contexto externo desfavorable se mantendrá y la economía sufrirá otra desaceleración. Quedarán afectados el Producto Interno Bruto, el comercio, seguirán subiendo las tasas de interés y el flujo de liquidez global será menor. La complejidad fiscal y monetaria de cada país, no solo afectará la inversión y el consumo privado, sino que reducirá las posibilidades de maniobras. Esta situación adversa se traducirá en más pobreza y más pobres. Pero a pesar de este panorama poco halagüeño, que todo buen estadista debe convertir en un desafío para, desde ya, empezar a tomar las medidas de lugar para reducir la crudeza de su impacto, el Secretario Ejecutivo de la CEPAL considera necesario que cada país continúe “mitigando el impacto social” de la crisis y trabajando para el crecimiento económico.