Por Orlando Inoa
Primer asilo de Caamaño
La tarde del domingo 25 de abril de 1965 varios aviones de la Fuerza Aérea Dominicana ametrallaron el Palacio Nacional y, luego, continuaron la embestida contra el campamento militar 16 de Agosto, localizado en el kilómetro veinte y seis de la Autopista Duarte. Francis Caamaño, quien se encontraba en este último lugar buscando orientación, al terminar la andanada de disparos quedó confundido y abatido, con los nervios destrozados, al no entender por qué los militares dominicanos se mataban unos a otros. En medio de la baraúnda que sobrevino al ataque se montó en su carro Hillman y se dirigió al Ensanche Naco a la residencia de su amigo el ingeniero Rafael Sánchez Tejeda. Al llegar intentó despojarse de su fusil tirándolo a un solar yermo, pero su amigo, que lo estaba observando desde la azotea de su edificio donde estaba viendo el incendio que siguió a las incursiones de los aviones, le advirtió que no lo hiciera y en su lugar le propuso que lo guardara en su casa. Fue entonces cuando Caamaño le dijo que lo estaban buscando para matarlo y que quería que lo llevara a una embajada. El miedo que sentía Caamaño se debía a que en la mañana de ese día se había presentado en el Palacio Nacional junto a un grupo de oficiales del Ejército e hizo preso a Donald Reid Cabral poniendo fin a su Gobierno (AGN, Colección Bernardo Vega, núm. 155-04). La actuación de Caamaño esa mañana fue protagónica y, para sobresalir más, ordenó que se abrieran las puertas del Palacio Nacional para que la multitud, apostada frente a la verja perimetral, pudiera entrar libremente y, entre otras cosas, se aprovisionaran de armas (AGN, entrevista a Randolfo Núñez Vargas, 30 de octubre de 2008, tiempo, 42:43). Todos los presentes asumieron que Caamaño era el líder de la revuelta y así lo reportó El Caribe al otro día en un titular de primera plana que contaba la historia: “Líder rebeldes explica razón del movimiento”. Esa mañana Caamaño actuó ante un gran número de personas que incluía militares y representantes de la prensa nacional. Al producirse el bombardeo, tanto en el Palacio Nacional como en el recinto militar, Caamaño entró en pánico al pensar que la furia desatada por los militares de San Isidro formaba parte de una retaliación en su contra.
Ante la insistencia de Caamaño de asilarse, su amigo lo llevó a la embajada de El Salvador, localizada en Gascue, en la calle Josefa Perdomo casi esquina Pasteur. Francis llegó a esa sede diplomática «con intenso nerviosismo e inestabilidad», además de mostrar síntomas de estar «cansado, desanimado y diciendo que ‘estamos perdidos’» lo que obligó al personal diplomático a «sugerirle que tomara sedantes y tratara de reposar».
Este asilo es confirmado por varias fuentes: el diplomático salvadoreño Elías Gadala María se lo contó al historiador Frank Moya Pons (Vega, El peligro comunista en la revolución de abril: 76); lo refiere María Paula Acevedo, esposa de Caamaño, en el recuento que hace de las primeras horas de la revolución (AGN, entrevista, 2 de julio de 2008, tiempo: 46:16-31); es mencionado en la cronología de la revolución que preparó la embajada de Estados Unidos (Ruyle, Chronology: 30) así como también en un memorándum de la embajada británica (Fisher, Los sucesos de 1965: 82).
Caamaño permaneció asilado menos de 12 horas pues, temprano en la mañana del lunes 26, abandonó la embajada. Hay mucha contradicción en cómo fue su salida, según sea quien cuente esta parte de la historia. Claudio Caamaño cambia la la forma en que esto se produjo, al afirmar que ocurrió el martes 27 de abril y él la persona que lo sacó (Guerra civil: 201-212). Los biógrafos de Caamaño, Blein y Sáenz Padrón (Caamaño: 140-141), siguen exactamente lo que cuenta Claudio, pero corrigen la fecha y ofrecen la correcta, esto es, lunes 26. Roberto Cassá, quien también cuenta esta historia, sigue lo narrado por Claudio, incluyendo la equivocación de la fecha, pero complica más las cosas al cambiar el nombre de la embajada: «Cuando la situación se tornó difícil para los constitucionalistas, la tarde del 26 de abril [lunes], Caamaño entró en un momento de confusión y, aduciendo que se había producido una traición, se asiló en la embajada de Ecuador» («Francisco Alberto Caamaño Deñó», en Personajes dominicanos, II: 458).
La versión más creíble de cómo se produjo esta salida la cuenta un oficial de la embajada estadounidense: «Fausto Caamaño [Manolo] fue a la embajada de El Salvador a persuadir a su hermano, coronel Francisco Caamaño, que la causa rebelde estaba ganada, no perdida, por lo que debía de abandonar la embajada y volver a la pelea. Fausto le hizo saber que él y el capitán Peña Taveras habían distribuido once camiones cargados de armas en la zona colonial. Él consiguió que Francis abandonara la Embajada» (Ruyle, Chronology of the Crisis: 38-39). Esta versión es retomada por el historiador Vega (El peligro comunista: 76) cuando dice: «Temprano en la mañana del día siguiente [lunes 26] su hermano Fausto Manuel («Manolo») llegó a la Embajada y le dijo con palabras fuertes [a Francis Caamaño] que su lugar era estar con la revolución ‘y enfatizando su sentido de vergüenza’ logró que saliera de su asilo».
Segundo asilo de Caamaño
Los datos y testimonios utilizados en la narración de este segundo asilo de Caamaño son confusos y contradictorios. Comenzaremos con algunos antecedentes inmediatos que deben ser conocidos para entender lo que sucedió un poco más tarde.
Todas las referencias bibliográficas de la participación de Caamaño en la Revolución de Abril están de acuerdo en señalar que al finalizar la tarde del martes 27 de abril este se encontraba en la Embajada de Estados Unidos, donde había ido a parlamentar un cese de fuego, junto a otros militares y civiles que incluía al presidente Rafael Molina Ureña. Está documentado que al salir Caamaño de la embajada después de las 5:00 de la tarde siguió detrás del presidente Molina Ureña, quien se dirigió a pie, junto a Leopoldo Espaillat Nanita, a la casa de los padres de este último, localizada en la calle Leopoldo Navarro esquina avenida Bolívar, algunas cuadras al sur de la embajada estadounidense. Su permanencia en esta casa fue breve, como lo fue su paso por el segundo lugar que visitaron esa tarde, en la calle Pina esquina Canela, en la antigua librería de Fiume Vicini y que fungía como sede de los militares constitucionalistas.
El viaje iniciado esa tarde en la embajada lo hizo Caamaño acompañado de Manuel Ramón Montes Arache, con quien, al llegar a la sede de los militares constitucionalistas, decidió ir al puente Duarte. El reloj marcó las 6:00 de la tarde y todavía nuestros dos personajes se encontraban en la avenida Mella sin haberla desandado y, se sabe que a esa hora la llamada «Batalla del puente» había terminado (“al caer la tarde el CEFA había huido en desbandada”, dice Hamlet Herman en Francis Caamaño: 196). Caamaño y Montes Arache continuaron caminando, ahora por la calle José Martí, hasta detenerse en la calle Barahona, localizada cinco cuadras antes del puente Duarte. Allí encontraron un panorama desolador que melló el ánimo de Caamaño. Lo que este hizo de ahí en adelante es un misterio en la historiografía dominicana.
Montes Arache es la persona que más ha insistido en afirmar que Caamaño, después de llegar a la calle Barahona, entró en pánico [por segunda vez en 48 horas] y se asiló. En una declaración de prensa en el 2004 dijo: «Cuando se libraba la batalla del puente Duarte el coronel Caamaño estaba asilado en la embajada de Ecuador [sic], junto al doctor José Rafael Molina Ureña y al finado líder perredeista doctor José Francisco Peña Gómez» («El pueblo fue el único héroe de batalla del puente, en 1965″, Hoy, 22 de abril de 2004: 12). Esta versión de que Caamaño se asiló el martes 27 la repite Montes Arache al menos en dos oportunidades más. Primero lo hace en una entrevista en el 2006 para el Archivo General de la Nación cuando dice que estando a la altura de la calle Caracas, Francis estaba totalmente desanimado, como si le martillara en la cabeza lo que le habían dicho en la embajada de Estados Unidos de que debían de rendirse, por lo que optó por asilarse (AGN, Historia oral: 28 septiembre de 2006, tiempo 52:58-53:59) y, segundo, vuelve a repetir la historia en el 2007 cuando dice que en la tarde del 27 de abril, desde la Embajada de EUA se dirigió junto a Caamaño y otros oficiales hacia el puente Duarte. Al salir «se escuchaba el tableteo de las ametralladoras», dice Montes Arache. Se dirigieron a pie hasta llegar a la avenida Mella, «luego tomamos la José Martí, a unas 3 o 4 cuadras hacia el norte, observo que Francis se fue quedando atrás, entonces le digo: ‘Qué pasa, Francis, que te estás quedando atrás?’, entonces él me dice: ‘Voy a irme por la Duarte para llegar al puente’. Dobló a mano izquierda como el que se dirige hacia la avenida Duarte y llegó a la Barahona; de ahí se dirigió a la embajada de la República de El Salvador y se asiló» («Entrevista al general Manuel Ramón Montes Arache», en Cándido Gerón, Juan Bosch. Documentos inéditos: 340). Según Montes Arache, a poco tiempo de ese asilo lo visitó en la embajada y al llegar le preguntó que cómo estaba su ánimo y le informó que la batalla del puente había sido favorable a los rebeldes. Francis salió entonces de la embajada («Manuel Ramón Montes Arache», en el libro de Carlos T. Martínez, Grandes dominicanos: IV: 555-556). No se tiene noticias que Francis Caamaño volviera al puente esa noche o en la mañana del día siguiente; en cambio, Montes Arache dice (Historia oral: 28 septiembre de 2006) que él [Montes Arache] estuvo en el puente y sus alrededores por lo menos otros tres días más después del 27 de abril.
Montes Arache estaba tan seguro de que Caamaño se había asilado una segunda vez el 27 de abril de 1965 que aprovechó un panel sobre la Revolución de Abril celebrado el sábado 23 de abril de 2005 para volver a contar la historia: “El 27 de abril, a la altura de la calle Caracas, como a las 5:00 de la tarde, Caamaño dobló hacia el oeste y se asiló en la embajada de El Salvador”. Lo especial de esta afirmación es que la hizo en el local de la Academia Dominicana de la Historia, lugar reputado como el más idóneo para rebatir cualquier falsedad histórica. Para que no faltaran testigos de lo que estaba diciendo, Montes Arache se hizo acompañar de Euclides Gutiérrez Félix, Héctor Lachapelle Díaz y Leopoldo Espaillat Nanita, tres protagonistas de los hechos que contaba. No está demás decir que esa actividad se celebró a casa llena y que la misma fue transmitida por radio (con teléfono abierto) en el programa El Gobierno de la Mañana, dirigido por Álvaro Arvelo, quien fuera un destacado periodista durante la Revolución de Abril y, por demás, hombre enterado de sus pormenores. En esa oportunidad nadie ripostó esa afirmación (véase Manasés Sepúlveda, «Montes Arache critica a Hamlet y a Claudio», Hoy, 24 de abril de 2005).
Aníbal López, hombre rana que hacía las veces de asistente de Montes Arache y que le acompañó en el puente Duarte, recuerda en el 2012 que al caer la tarde del 27 de abril vio a Caamaño en los alrededores del puente Duarte y le oyó decir, dirigiéndose a los oficiales presentes: «Oficiales; los que se puedan asilar que se asilen. Nuestro ejército ha sido diezmado» (AGN, Historia oral: 16 octubre 2012, tiempo: 1:14:01). Esta historia la vuelve a contar Aníbal López once años después en una entrevista con Fausto Rosario Adames en el programa “Y tú… Qué dices?”, Acento TV, del 19 de julio de 2023 (tiempo: 35:10-37:15).
El periodista Víctor A. Mármol («La Revolución de Abril»: 14A) cuenta que al comprobar que comenzando la noche del 27 de abril el presidente Molina Ureña se había asilado en la embajada de Colombia y Caamaño en la de Costa Rica [sic] escribió una nota periodística titulada «Abandonan lucha por reponer a Juan Bosch» que se pautó a salir en primera plana y ocho columnas para el otro día jueves 28 de abril. Al filo de la medianoche llamaron al periódico El Caribe Montes Arache y Caamaño, que al decir del periodista Mármol el primero había sacado al segundo de una embajada, dando cuenta de que habían asumido el control de la revolución. Los directivos del periódico, dice Mármol, debido a que la edición estaba lista para entrar en prensa, decidieron colocar un ‘insert’ [nota aclaratoria entre corchetes y resaltada en negrita] dando cuenta de las declaraciones de los dos militares. Esto produjo al otro día la ira de los constitucionalistas, quienes rompieron los ejemplares del periódico.
Otro testimonio importante sobre este asilo lo da el presidente Molina Ureña en sus Memorias (Mis Memorias, 31 de mayo 1961-27 de abril 1965: 209), quien dice: “luego supe que [el 27 de abril] Caamaño se había asilado esta vez en la Embajada de El Salvador y Montes Arache le convenció de abandonar el asilo y sumarse a la lucha”. Al igual que el presidente Molina Ureña esto también lo afirma el arquitecto Leopoldo Espaillat Nanita. Este último era pariente político de Molina Ureña (quien era tío y hermano de crianza de Miriam Vanessa Molina, esposa de Espaillat Nanita) y fungió como su asistente civil durante su presidencia. Espaillat Nanita fue la persona que acompañó al Presidente en sus últimas horas de Gobierno, estando a su lado en el Palacio Nacional durante los bombardeos aéreos durante la tarde del 27 de abril, así como en la reunión de la embajada de Estados Unidos y, posteriormente, en la reunión con Caamaño y el grupo de militares, que se efectuó en su casa. Al finalizar el día se asiló, junto al presidente, en la embajada de Colombia. Espaillat Nanita dice que Caamaño se asiló por segunda vez el 27 de abril (prólogo al libro de Rafael Molina Ureña, Mis Memorias: 10), lo que reiteró 5 años después cuando contó lo siguiente: “Al salir de la embajada de Estados Unidos, que no les dio apoyo y los acusó de ser comunistas, Molina Ureña ‘agarró a Caamaño y lo rellenó’. Luego –dice– Montes Arache intentó llevarse a Caamaño hacia el puente Duarte, donde continuaban los combates, pero ante un descuido, el militar se había metido nueva vez en la embajada de El Salvador, asegura” (Tania Molina, “’Francis no estaba por pelear’, la visión de Espaillat Nanita sobre Caamaño”, Diario Libre, 13 de mayo de 2019, versión digital).
Algunos historiadores dominicanos han referido este segundo asilo de Caamaño. Bernardo Vega dice que al terminar la reunión de la embajada de EUA Caamaño se asiló en la embajada de México [sic]:(“[…] lo que no podía imaginarse Bennett era que Caamaño [quien] brevemente se refugió en la embajada de México”. Véase: Cómo los americanos ayudaron a colocar a Balaguer: 131). Latorre (Política dominicana contemporánea: 268) no está seguro si Caamaño también se asiló el martes 27 de abril (da por un hecho de que sí se asiló el domingo 25), aunque cree esto como una posibilidad. En su duda tampoco está seguro de que si se asiló la tarde del martes 27 de abril lo hizo antes o después de dirigirse al puente Duarte.