En el pasado siglo XX circuló en los mentideros intelectuales dominicanos una supuesta historia de dos poetas conocidos del patio que se disputaban sobre la calidad de sus escritos, quienes para zanjar la cuestión le enviaron sus poemas al Presidente de la Real Academia de Lengua Española, don Ramón Menéndez y Pidal, para que este emitiera su juicio. Dadas las limitaciones prevalecientes en la comunicación internacional, le pidieron a este que luego de leerlos les remitiera su veredicto por cable. A los pocos días llegó la esperada respuesta: ¡los dos son peores!…
Algo parecido podría decirse con la disputa por la nominación presidencial dentro del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) entre Danilo Medina y Leonel Fernández, porque ambos presidentes son continuistas, han apadrinado la corrupción y la impunidad; uno lo fue durante tres períodos y el actual fue figura principal de su predecesor y utiliza la táctica de jugar al bueno y el malo para que lo comparen con este, y pretende continuar “para completar su obra”.
Ciertamente, Fernández y Medina no son más que “variaciones sobre el mismo tema”, dicho en lenguaje artístico, así como otros candidatos que puedan venir dentro del PLD, que forma parte de un poder despótico construido sobre la base de la manipulación y la simulación sin límites, en virtud de lo cual ha maniatado y corrompido los poderes del Estado, así como otras instituciones y gremios de la sociedad dominicana.
No se trata pues de un problema de individuos o grupos, sino de todo un sistema que a partir de la dirección superior del gobierno por el PLD, la Constitución y las leyes son violadas constantemente, ha entronizado la corrupción a gran escala, la desigualdad social es abismal, así como la delincuencia mayor y el parasitismo burocrático. Han patrocinado a su vez la corrupción descarada de funcionarios, civiles y militarizados a todos los niveles, mientras es evidente la ausencia de una política de industrialización y renovación agropecuaria que causa la emigración masiva de trabajadores del campo a la ciudad, y el endeudamiento creciente del Estado.
Del 1916 al 1924 tuvimos que sufrir 8 años de ocupación extranjera con el pretexto de una deuda externa de apenas unos 20 millones de dólares; y ahora casi todos los socios de esa corporación político-económica del PLD exhiben de forma obscena recursos económicos por centenares de millones de pesos y dólares; no obstante que el artículo 146 de la Constitución señala que los funcionarios deben probar el origen de su fortuna; pero aún ostentan cargos ministeriales y legislativos, con múltiples familiares o socios a estos, en medio de la total impunidad, independientemente de que haya en el gobierno personas que tratan de hacer las cosas bien.
Si Leonel ofreció en 1996 la modernidad y el diálogo, para terminar negándolos con el patrimonialismo más feroz, Danilo nos vende humildad y eficiencia con vistas al 2016; mientras permiten la corrupción y la destrucción de otros partidos por las Altas Cortes y la extorsión y tropelías por personas, revestidas de autoridad o sin ella.
Como se decía en el siglo pasado a propósito de dos poetas, en el PLD los aspirantes mayores a la presidencia, LOS DOS SON PEORES, con su máximo común denominador, que es el Comité Político del PLD.