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El ingreso a la actividad sexual antes de traspasar las fronteras de la madurez biológica y del primer ciclo de escolaridad es un problema social y de salud física y emocional en República Dominicana. Adolescentes abocadas a la procreación con roles que deben estar restringidos a la adultez que llega después; cuando son plenos los órganos reproductivos y los conocimientos básicos para ejercer de madre y eventualmente generar ingresos. Parir habiendo aprendido a desenvolverse en la vida y a establecer relaciones con- yugales estables, formales y de mutuo respeto.
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Acorazar a las niñas que despuntan con informaciones convincentes, en el hogar y en las escuelas, sobre las etapas de sus cuerpos y la obligación de ceñirse a los mandatos de la naturaleza y a no precipitar acontecimientos que las entrampen en situaciones inmanejables que acarrearían sufrimientos. Pero en los estratos de mucha pobreza, baja escolaridad y disfuncionalidad hogareña no suele brillar la capacidad de transmitir valores y fijar parámetros a la descendencia. El Estado es quien debe suplir en aulas el entrenamiento para una vida organizada y saludable de miles de jóvenes expuestas a la relación carnal casi siempre por irresponsable inducción masculina y de mayoría de edad. En las primeras fases del sistema escolar dominicano la educación sexual debe disponer de suficiente espacio superando el tratamiento tabú de este tema y la estúpida tradición de callarlo atribuyendo riesgos a las tomas de conciencia.
