Los fariseos de hoy

Los fariseos de hoy

J. LUIS ROJAS.

El diccionario bíblico define al fariseo como una persona que es hipócrita y finge una moral, sentimientos o creencias religiosas que no tiene. En este orden, la Real Academia Española se refiere a fariseo como un seguidor de una secta judaica que aparentaba rigor y austeridad, pero eludía los preceptos de la ley y, sobre todo, su espíritu. En cambio, en el contexto coloquial, los fariseos de hoy son los mismos de ayer: personas injustas, crueles, inhumanas, farsantes, manipuladores, megalómanos, egoístas, carentes de buenos sentimientos y de emociones positivas. En una sociedad sustentada en valores, la reputación, la credibilidad, la confianza y la imagen pública de los fariseos valen lo mismo que una bolita de chivo o una guayaba podrida.

¿Cuántos son y dónde están los fariseos de República Dominicana? Los hechos y actuaciones recientes indican que número de fariseos dominicanos cada vez es mayor. Ellos se mueven y se exhiben como aves de rapiña cuando perciben y olfatean carne animal podrida. Los fariseos criollos de hoy deambulan por todas partes: en las organizaciones políticas, en el entorno gubernamental, en el Poder Judicial, en las cámaras de senadores y diputados, en las agencias gubernamentales de servicios públicos, en los gremios empresariales, en los sindicatos laborales, en los medios de comunicación, en las iglesias, en el hábitat de supuestos intelectuales y profesionales. En fin, en estos días, los fariseos se han multiplicado como la verdolaga.

En una sociedad como la dominicana, en la que su pensamiento, su narrativa, su praxis y sus relaciones sociales se identifican más con el autoritarismo que con la democracia participativa y representativa, los fariseos protagonizan incontables travesuras para crear y mantener las condiciones idóneas, cuyas facilidades les permitan llevar a cabo sus fechorías en perjuicio de los intereses colectivos. Hoy más que ayer, es evidente entender que las malas prácticas de los fariseos son inherentes a su forma de pensar, de decidir, de actuar y de hablar. En síntesis, los fariseos viven y se relacionan desde la perspectiva de la actuación. Es decir, para ellos la vida es un teatro, que les permite interpretar y actuar el papel de distintos personajes, según el libreto de la obra.   

En el marco de la cultura farisaica, el pensamiento, las decisiones, las actuaciones y las opiniones de los fariseos siempre dependerán de si las circunstancias y el momento favorecen sus malsanos intereses personales. Para ellos, los fariseos, la frase: “el fin justifica los medios” es algo similar a un manual de vida, que les ayuda a construir su miserable y repugnante reputación. En República Dominica, igual que en otros países del mundo, los buenos pendejos son las victimas favoritas de las ambiciones y metas sin límites de los fariseos del siglo XXI. Igual que ayer, los fariseos de hoy cuestionan y dañan todo lo que no sea rentable a sus haberes.

A juzgar por las acciones irresponsables, incoherentes y egocéntrica que caracterizan el comportamiento social de los fariseos, sus promesas y cuerdos carecen de credibilidad, razón por la cual no son de confiar. La actuación pública que recientemente han exhibido muchos fariseos dominicanos, los catapulta como excelentes actores del parecer, la hipocresía, el simulacro y de la doble moral. Sus papeles en la obra solo encantan, alegran y divierten a sus iguales. Entiéndase, fariseos provenientes de la sombra que pagan y ganan, por y con el acto deliberado de los que actúan vestidos de ángeles celestiales y de mansas ovejas, independientemente de que en su vida real y cotidiana, se comporten como lobos feroces y personas crueles e inhumanas. Todo parece indicar que la composición del ácido desoxirribonucleico, conocido por la sigla ADN, no les permite a los fariseos de hoy ser ciudadanos social y éticamente responsables, respetuosos de la institucionalidad y ser facilitadores del bien común. En una sociedad decente, conformada por ciudadanos educados y veedores del cumplimiento del espíritu de las leyes, el precio de los fariseos es inferior que el del excremento. Los fariseos solo tienen algún tipo de valor en sociedades donde la democracia es una pantomima, carente de bases institucionales solidas.    

¿Quiénes son los fariseos dominicanos que usan el significado y significante de los símbolos que les confieren poder y autoridad para decir, actuar y hablar en nombre de lo justo, lo lógico y de lo equitativo? Entre los fariseos que abusan de sus investiduras públicas y privadas para protagonizar diabluras, con las que descuartizan las bases que sirven de sustento a la institucionalidad de la democracia, se destacan los siguientes: funcionarios y servidores públicos, senadores, diputados, alcaldes, regidores, jueces, oficiales policiales y militares, dirigentes políticos, directivos de entidades empresariales, sindicalistas, comunicadores y periodistas, intelectuales y profesionales, entre otros tantos que deambulan por ahí con caretas de buena gente. Como es sabido, los fariseos de ayer traicionaron y cuestionaron al hijo de Dios. En cambio, los de República Dominicana lo han dañado casi todo: la constitución y las leyes, la política, la justicia, la institucionalidad, la democracia, los recursos naturales no renovables, etcétera.   

Al fin y al cabo, son fariseos confesos los funcionarios públicos que usan el dinero público para beneficio personal, los senadores que se comportan como mensajeros del Poder Ejecutivo bien remunerados, los diputados que solo representan sus propios intereses, los jueces que aplican las leyes según el estatus socioeconómico del imputado, los oficiales policiales y militares que olvidan su rol de auxiliares de la justicia y garantes de los derechos ciudadanos, los políticos que pretenden ser presidentes de la república gastando el dinero público como si fuese de su propiedad. Además, son fariseos los empresarios que se visten de gremialistas y legitiman las malas prácticas gubernamentales, a cambio de ser proveedores privilegiados de las compras y contrataciones de los bienes y servicios.

Por lo general, los que actúan desde la lógica de los fariseos siempre planifican fríamente cada una de sus perversas jugadas. Los pecados favoritos de los fariseos son la hipocresía, la crueldad, la mentira, la manipulación salvaje, el uso consciente de la ignorancia y la pobreza de sus conciudadanos para obtener determinados beneficios sociales, políticos y económicos, así como la buena gestión de la apariencia en todas sus dimensiones. También, son miembros del club de fariseos, los periodistas y comunicadores dominicanos que hablan y escriben a cambio de dinero, facilitando con ello que sus audiencias consuman informaciones falsas, a través de las cuales podrían tomar malas decisiones. Por ejemplo, apoyar acciones ilícitas, elegir un candidato como presidente de la república sin las competencias duras y blandas requeridas, inducir el comportamiento irracional, en el marco de eventos, acontecimientos y situaciones trascendentales.

Los fariseos de la República Dominicana de hoy son más mentirosos, hipócritas, manipulares y mejores actores que los que ayer dudaron y difamaron a Jesucristo. Como en todo momento, lugar y circunstancia, los fariseos se mueven libremente de un lado para otro. Los efectos tóxicos provenientes de su personalidad y conducta contaminan todo lo que tocan: las organizaciones política, las agencias de servicio público, los sindicatos, los gremios profesionales y empresariales, las instituciones educativas, las iglesias, etcétera. El fingimiento, la traición y la simulación son los pecados favoritos de los fariseos del siglo XXI.   

¿Qué hacer para liberar la República Dominicana de los fariseos que actúan con hipocresía, con doble moral, con injusticia y viven disfrazados de ángeles celestiales? ¿Hasta cuándo habrá que permitirles a los fariseos criollos que actúen libremente en perjuicio del cimiento que sustentará las bases para construir la institucionalidad de una democracia dominicana verdaderamente participativa y representativa?

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