En los últimos cinco años la media de nacidos en República Dominicana supera los 150 mil, casi un 20 % de ellos de madres menores de 20 años y cerca del 80% en condiciones de pobreza. La moción de que cada infante llega con el pan bajo del brazo es mera utopía, lo que más falta en esta isla es alimento, educación, salud y desarrollo colectivo. Si bien es cierto que la descendencia es responsabilidad directa de sus progenitores, también es ineludible la planificación de la sociedad en el tipo de ciudadano que espera.
Cada padre responsable hace lo necesario para que sus hijos reciban la mejor educación posible. Paga colegios caros, lo incluye en actividades extracurriculares y le cubre sus necesidades económicas con algunos lujos. Hasta ahí está bien, pero nuestros pequeños no viven en una burbuja, en algún momento se ven expuestos al roce con otros niños carentes de todo eso y ahí comienza la fricción.
¿Cómo se siente el hijo de la señora que lo deja al cuidado de un pariente –si acaso- para irse a cuidar un ajeno? No ganamos mucho dándole todo lo bueno a los nuestros si el vecino carece de eso porque en algún momento tiene que vincularse con ese que subió sin el cuidado y la atención de sus padres, copado de frustraciones y necesidades emocionales. Lo ideal no es que el mío tenga todo, es que todos tengan lo necesario para subir sin esas carencias. No es demagogia socialista, sino equidad basada en el compromiso de todos. Si no hay criterio general el desorden se multiplica.
También sucede que castigo al mío por decir palabras ofensivas, pero es lo que recibe en los medios de comunicación. Le quito la tableta por cantar barbaridades, pero es el ringtone de la profesora. Le digo que no golpee otros niños, pero es el deporte de los superhéroes. Le regaño por no querer comer, pero Barbie luce delgada y esa es su modelo a seguir. Le insto para que estudie y se supere, pero la sociedad le da más preponderancia al que tiene la paca, no al meritorio.
Analicemos las variables generales…
En la salud, que es básica para cualquier sociedad, no se puede contar con eficiencia si la demanda duplica la oferta. Cuando no existe un control poblacional el Estado no tiene la posibilidad de atender los casos con la rigurosidad que se requiere porque no se concentra en prevención sino en mitigación. Por más capaz que sea un pediatra, es imposible brindar un servicio razonable si recibe más de 200 nacidos en una semana.
En el acápite educativo la cosa es peor. La media de estudiantes en escuelas dominicanas es de 32 por aula, a veces más si hablamos de básica. Desde hace seis años se lleva un plan intensivo de construcción, pero todavía la demanda es alta. Se hace hincapié en la calidad de los aprendizajes, pero no se toma en cuenta las condiciones en que los docentes deben maniobrar con los educandos. Lo ideal es que a cada uno se le dedique el tiempo necesario para que pueda aprender en base a sus inteligencias, sin embargo, es muy difícil que un profesor lo logre di debe manejar una sobrepoblación.
Una pandemia en esta media isla es la falta de seguridad social y, precisamente, el descontrol es una de las razones. El círculo de la pobreza crece cuando un niño cría otro niño, no hay forma de que una adolescente le brinde todo lo que un bebé necesita para su desarrollo emocional, psicológico y físico. Entonces ese niño vive con la ausencia de mamá o papá –o ambos- y sin posibilidades de progresar adecuadamente porque su educación es precaria. Cuando crece no recibe oportunidades de ingreso porque, casi siempre, no maneja ningún oficio rentable. ¿Qué hará para comer entonces?
EnHogar/2017 reveló que el 76,5 % de los dominicanos considera que el motivo de la delincuencia es el desempleo, mientras que el 30 % cree que se debe a la pobreza y un 15,8 % apunta a la falta de oportunidades para estudiar. Un joven sin padres que le orienten, sin trabajo, sin educación y con hambre es un delincuente en potencia. Busque los casos y notará que más del 80 % de los delincuentes no superan los 25 años.
Pero la sobrepoblación también se ve en los puestos de trabajo. El desempleo alcanza más del 30 % de la juventud y la informalidad roza el 70 % de los que trabajan. ¿Qué sucede? No hay control profesional, cada quien estudia lo que se le antoja sin una planificación académica que priorice las necesidades nacionales. Un país costero debería tener más biólogos que contables; un país pequeño necesita más emprendedores que policías; un país de ubicación estratégica necesita más telemáticos que chiriperos.
Si la sociedad dominicana quiere mejorar, necesita organizarse a corto, mediano y largo plazo. No es posible que se alcancen las metas sin límites, hay que controlar la natalidad con orientación oportuna, métodos anticonceptivos y planificación. No es lo que me convenga, es lo que nos beneficia a todos. La crianza de los hijos no solo es de sus padres, la sociedad influye directamente con sus acciones y sería absurdo negarlo. Si pensamos en el bienestar de todos no necesitamos soluciones particulares. Piénsalo.