Hoy más que ayer, en los entornos socioculturales, político, económico, organizacional, empresarial, tecnológico, entre otros, siempre ha existido un marcado interés por las diferentes modalidades comunicacionales. Como es obvio, en cada uno de estos ámbitos confluyen muchos y variados intereses. En este sentido, lo más normal es que entre los actores que interactúan en dichos ambientes existan diferencias y coincidencias alrededor de sus opiniones, percepciones, puntos de vista, ideas, proyectos y creencias. En los escenarios rebosantes de distintos intereses, la comunicación es el medio más confiable y pertinente para armonizarlos y articularlos.
Sin duda, el rol armonizador y articulador de la comunicación, sin importar las características del hábitat, dependerá en gran medida de las competencias duras y blandas, así como de las experiencias que posea el talento humano responsable de gestionarla adecuadamente. Es al director de comunicación (DIRCOM) a quien le corresponde investigar y analizar todos y cada uno de los intereses que convergen en un determinado entorno. Esta tarea permitirá que el equipo humano de comunicación cuente con informaciones objetivas y confiables para diseñar e implementar estrategias que armonicen y articulen intereses individuales y grupales que se manifiestan en el quehacer cotidiano de las organizaciones.
En la actualidad, el personal que planifica, ejecuta y controla los ejes, los objetivos, las estrategias y las actividades de comunicación, tanto dentro como fuera de las empresas e instituciones, se le requiere, además de competencias duras, tener habilidades blandas, tales como: liderazgo, relaciones interpersonales, inteligencia emocional y social, actitud positiva, capacidad negociadora, orden y calidad, orientación al cliente, carácter, resiliencia, pensamiento analítico, mirada sistémica de los micros y macroentornos. En resumidas cuentas, el talento humano de comunicación es el llamado a crear las condiciones favorables para prevenir crisis y conflictos, facilitar el diálogo sincero, armonizar los intereses que dividen a las personas que interactúan en las organizaciones.
Dicho de otro modo, no es inteligente ni estratégico que el DIRCOM y sus colaboradores traten de ignorar la realidad concerniente a que en todas las organizaciones existen intereses variopintos. Por ejemplo, en los organismos que forman el Estado dominicano: Poder Legislativo, Poder Judicial, órganos constitucionales con autonomía reforzada, el Poder Ejecutivo, entre otras entidades de servicios públicos. Es, pues, en estos espacios donde la gente de comunicación tiene que ver el bosque completo y no solo el árbol. Es decir, llevar al terreno de los hechos su pensamiento sistémico u holístico.
La verdad es que en cada una de estas esferas confluyen los más variados intereses: personales, grupales, institucionales, profesionales, laborales, económicos, políticos, etcétera. Es en este marco de múltiples intereses, es donde el DIRCOM tiene que poner en práctica sus competencias, habilidades y experiencias para lograr armonizar y articular intereses de todo tipo, sin que nadie perciba que sus ideas, opiniones, creencias, proyectos y propósitos sean considerados inferiores a los de los demás. Cabe resaltar, que en los grupos humanos siempre ha existido y existirán muchos y variados intereses, lo cual es función de la comunicación conciliarlos y consensuarlos.
En función de lo plateado, en estos momentos que muchos funcionarios salen de la administración pública y otros entran con nuevos y más intereses a dichos entornos, es cuando el quehacer comunicacional se coloca en primer plano, ya que se ha hecho costumbre que en los primeros cien días los nuevos incumbentes traten de visibilizar las ideas y planes que piensan desarrollar, así como posicionar un perfil de la imagen pública de lo que podría ser su administración. Es en este escenario donde el DIRCOM y sus colaboradores tendrán que diseñar, implementar y ejecutar estrategias y actividades comunicacionales creativas e inclusivas, que sirvan para armonizar los nuevos con los viejos intereses que conviven dentro y fuera de las organizaciones.
Por lo general, los intereses que se mueven alrededor de las instituciones públicas, cada vez que hay un cambio de gobierno, siempre son los mismos: funcionarios con propósitos políticos deliberados, grupos internos que defienden sus respectivas cuotas de poder, personas que se refugian en las normas y procedimientos institucionales, el talento humano de comunicación que defiende a capa y espada sus conceptos e ideas, personas externas que tienen objetivos en determinadas áreas técnicas, operativas y administrativas, entre otros tantos intereses visibles e invisibles. Es a este conjunto de intereses heterogéneos que debe enfrentarse el DIRCOM, sin parcializarse, sin excluir, sin maltratar y sin imponer sus propios intereses e ideas por encima de los demás.
En los entornos que interactúan intereses heterogéneos (políticos, institucionales, económicos, corporativos, laborales, ideológicos, religiosos, etcétera, el rol de la comunicación, sin importar su modalidad, debería ser siempre el mismo: analizarlos y entenderlos, con el propósito de armonizarlos, equilibrarlos, articularlos y consensuarlos. Por consiguiente, se espera que sea el personal de comunicación el garante de establecer y mantener un clima donde las partes puedan dialogar libremente, así como en que se toleren y respeten las discrepancias sin importar su naturaleza, magnitud y dimensiones.
En pocas palabras, es como ha expresado al respecto el Coordinador General del movimiento FORMATEP y Subdirector Administrativo y Financiero del Consejo Nacional de Promoción y Apoyo a la Micro, Pequeña y Mediana Empresa (PROMIPYME), licenciado Juan Casilla Benzant: “El talento humano que gestiona la comunicación en los entornos gubernamentales, deberá preocuparse por desarrollar competencias, habilidades y experiencias que le permitan entender y armonizar adecuadamente el conjunto de intereses políticos e institucionales que conviven en dichos ambientes”.
Entiéndase, el DIRCOM es un conciliador y armonizador de muchos y distintos intereses. Es sabio nunca olvidar que la comunicación no debe ser empleada como medio para ocultar malas prácticas y justiciar intereses malsanos. La comunicación, en cualquier entorno, es una herramienta para facilitar que las personas: aprendan a vivir juntas, a participar y cooperar entre ellas, a comprenderse y escucharse entre sí, a prevenir y a bordar los conflictos a través del diálogo, a vivir el pluralismo, la comprensión y la paz. En síntesis, la comunicación ética jamás debería ser utilizada como recurso para fabricar percepciones y opiniones a partir de hechos, realidades y resultados falsos.