En medio de la niebla invernal de Lima, el boxeador amateur Marco Morales mira desde la colina desértica más alta de su barriada un enorme y flamante complejo de concreto y césped que terminó de construirse hace dos meses y que será una de las principales sedes de competencias durante los Juegos Panamericanos.
Morales no participará en la festividad deportiva de Lima como deportista. En ese y otros sentidos, los juegos continentales que se inauguran este viernes son tan ajenos para él como para muchos otros peruanos.
El suceso deportivo más importante que Perú haya organizado en su historia desata una mezcla de entusiasmo y escepticismo en esta zona pobre llamada Villa María del Triunfo, donde los vecinos observaron desde sus casas de cartón en las innumerables colinas cómo el gobierno edificó en un año una obra de 21 hectáreas, con un costo superior a los 400 millones de dólares, para hockey, béisbol, softbol, rugby, pelota vasca, wáter polo y tiro con arco.
Se trata apenas de uno de varios complejos deportivos que fueron construidos o remozados. En contraste, las protestas que los residentes de esta zona han encabezado por 30 años para exigir agua y drenaje casi nunca son atendidas.
“Hockey, no lo practica nadie, wáter polo peor, muchos ni siquiera saben nadar, aquí casi no hay agua», dijo Morales.
El púgil de 19 años y complexión menuda (52 kilogramos) llegó a integrar la selección peruana de box. Sin embargo, no se clasificó a los Panamericanos porque tiempo atrás en los exámenes médicos descubrieron que sufría de anemia, una enfermedad asociada a su pobre dieta y que la padece casi la mitad de los menores de 3 años de este país sudamericano, de acuerdo con estadísticas oficiales divulgadas este año.
En 32 meses, Perú usó 1.000 millones de dólares de sus arcas en la construcción de dos modernos complejos polideportivos en zonas pobres, un proyecto de vivienda de siete torres que alojará casi a 7.000 deportistas y en la renovación de varios estadios.
En un país donde no suele haber incentivos de largo plazo para desarrollar la infraestructura del deporte, ni siquiera del popular fútbol, los Panamericanos han permitido generar instalaciones nuevas en su capital de nueve millones de habitantes y ubicada en medio de un desierto frente al Pacífico.
Los organizadores creen que el gasto público —la mitad de lo usado en los Panamericanos de Toronto 2015— debe abrir una oportunidad para fomentar la práctica de deportes que los peruanos desconocen.
“La gente decía ¿qué es esto?, ¿es fútbol de pelea? ¿Pelea de mujeres?», recordó Carlos Neuhaus, presidente del comité organizador sobre la reacción de los vecinos de Villa María del Triunfo al presenciar por primera vez un encuentro de rugby femenino en el complejo deportivo.