En República Dominicana, la expresión coger los mangos bajitos se asocia a la práctica o cultura del poco esfuerzo. Entiéndase, políticos, empresarios, sindicalistas, funcionarios y servidores públicos, así como gremialistas y representantes de iglesias, los que sin fatiga y mucho tigueraje logran acumular abundantes recursos materiales e inmateriales. Dicho de otro modo, coger los mangos bajitos es pretender hacerse millonario de la noche a la mañana, sin importar los medios que haya que emplear para lograrlo.
El querer hacerse rico de la noche a la mañana, el querer obtener ganancias exorbitantes un año después de haber establecido un negocio, el querer ser millonario a la velocidad de la luz al llegar a la administración pública, son tan solo algunas de las prácticas perniciosas que han frenado el desarrollo colectivo en la nación. (Teodoro Díaz, 2017, almomento.net). Coger y comerse los mangos bajitos, sin subir a los cogollitos, es una práctica propia de aquellas personas y organizaciones que alcanzan determinados logros a partir del trabajo y la creatividad de los demás.
A propósito de los que prefieren coger los mangos bajitos, ante el riesgo que representa subirse a los cogollitos, el poeta decimero, Juan Antonio Alix Rodríguez, decía: “Por eso la suerte ingrata de la Patria no mejora porque muchos son ahora como don Martín Garata. Que quieren meterse en plata ganando cuartos mansitos con monopolios bonitos, con chivos o contrabando, o así, de cuenta de mando, coger los mangos bajitos”.
Como ha expresado el cantante, compositor, arreglista, músico, productor y empresario, Juan Luis Guerra, en la sociedad dominicana hay muchos Martín Garata, al que describe como persona de alto rango, que le gusta mucho el mango, porque es una fruta grata, pero treparse en la mata, ay, eso no. Y verse en los cogollitos en aprietos infinitos, como eso es tan peligroso, él encuentra más sabroso coger los mangos bajitos… Algo muy parecido a lo que narra Guerra en su canción, es lo que actualmente acontece entre las AFP, ARS y el nivel de satisfacción que muestran los afiliados del Sistema Dominicano de Seguridad Social, con la calidad y pertinencia de los servicios que reciben de éste.
No hay lugar a duda de que cuando los políticos, los empresarios, los sindicalistas, los funcionarios públicos, los académicos, los profesionales y los representantes de las iglesias dejen de pensar, decidir, actuar y hablar como lo hace Martin Garata, la República Dominicana será una nación productiva, competitiva y próspera. Es imposible lograr bienestar colectivo sostenible en una sociedad donde la calidad y pertinencia de los servicios que reciben los afiliados del sistema de seguridad social, dependen de la concepción rentista y de la ambición sin límites de los Martin Garata que controlan las AFP y las ARS.
Por ejemplo, el sector financiero dominicano, con respecto a la administración de los fondos de pensiones, ha decidido coger los mangos bajitos. Para ello, se ampara en determinadas disposiciones establecidas en la mal concebida Ley 87-01, así como en una efectiva estructura mediática, denominada Asociación de Aseguradoras de Fondos de Pensiones (ADAFP), la cual tiene como propósito defender a capa y espada los intereses mercantilistas de los bancos comerciales. ¿Hasta cuándo los miembros del Consejo Nacional de Seguridad Social (CNSS) facilitarán y permitirán que las AFP y las ARS continúen cogiendo los mangos bajitos?
En definitiva, coger los mangos bajitos es permitir que las AFP Crecer (Scotiabank), Popular (Banco Popular), Reservas (Banreservas), Siembra (BHD León) y la Romana, mediante la instauración de un sistema administrativo dictatorial, obtengan más beneficios que los propietarios del capital, los trabajadores. A los dueños de los bancos dominicanos y de las AFP, igual que a Martín Garata, también les gusta la castaña, pero cuando mano extraña la saca de la sartén y que se la pelen bien con todos los requisitos, pero arderse los deditos metiéndolos en la flama, eso sí que no se llama coger los mangos bajitos… Y a quién no le gusta que le den un mango amarillo o rosadito peladito, sin trabajar y soñando coger un mango bajito, sin treparse al cogollito… (Los mangos bajitos, Juan Luis Guerra, 2017). La esencia de los sistemas de seguridad social es la solidaridad, no es hacer más ricos a los millonarios con los limitados recursos de los más pobres.
Las AFP y ARS son un robo legalizado, las cuales se visten de toga y birrete para incrementar las utilidades del sector financiero dominicano, en detrimento de los intereses y de los derechos fundamentales de los que menos tienen, los trabajadores. ¿Por qué los miembros del Consejo Nacional de Seguridad Social (CNSS), se hacen de oídos sordos, ojos ciegos y se muerden la lengua frente al robo legalizado que representan las AFP y las ARS? ¿Por qué los miembros del CNSS no quieren que los servidores públicos gestionen sus respectivos traspasos del sistema de capitalización individual al régimen de reparto, es decir al sistema de jubilaciones y pensiones de funcionarios y empleados del Estado?
Ojalá que el poder de Dios ablande los corazones de acero inoxidable de los representantes del Consejo Nacional de la Empresa Privada (CONEP) y de la Confederación Patronal de la República Dominicana (COPARDOM), en el Consejo Nacional de Seguridad Social, para que entiendan y apliquen los principios esenciales de los régimen de seguridad social. La seguridad social no es un medio para acumular riquezas materiales e inmateriales.
La seguridad social, tampoco puede ser concebida como plataforma financiera para que el sector financiero realice distintos tipos de negocios. En pocas palabras, es inconcebible e inaceptable continuar gestionando el Sistema Dominicano de Seguridad Social, con la misma ligereza y desfachatez con que Martin Garata coge y se come los mangos bajitos. En los hechos, los afiliados del Sistema Dominicano de Seguridad Social son los mangos bajitos de las AFP y las ARS.
“Un requisito esencial para la productividad de un país es contar con un sector empresarial ágil, dinámico, moderno e innovador. Es imprescindible que el sector privado genere y adopte nuevas tecnologías y formas de organizar el trabajo, que asuma una cultura del cambio, que sea capaz de asumir riesgos, que adopte modelos de negocios modernos y sofisticados, y que pueda reinventarse constantemente ante los cambios y choques tecnológicos que surgen continuamente”. (Gazebo, 2020. Pág. 175).