John Jairo Velásquez Vásquez, mejor conocido con el alias de Popeye, era el sicario más famoso del poderoso y extinto capo de la droga colombiano Pablo Emilio Escobar Gaviria, quien durante la década de los 80 y principios de los años 90 lideró el temible Cartel de Medellín, una organización criminal dedicada a exportar cocaína a los Estados Unidos que logró doblegar al Estado colombiano y permear muchas de sus instituciones. Falleció este jueves en Bogotá, a los 57 años, afectado por un cáncer de esófago.
A Popeye se lo acusó de ser responsable de por lo menos 3000 crímenes, que van desde secuestros y extorsiones, hasta asesinatos y magnicidios. Él fue el hombre de confianza de Escobar, su lugarteniente, y bajo las órdenes de “El Patrón”, contribuyó para que los narcos fueran por muchos años amos y señores de Colombia.
La historia de John Jairo Velásquez Vásquez comenzó un 15 de abril de 1962 en un pequeño pueblo de Antioquia llamado Yarumal. Durante su juventud prestó el servicio militar en el Ejército colombiano, comenzando así un romance con las armas que lo llevaría años más tarde a la senda del crimen.
Su lugar en la estructura del Cartel de Medellín está abierto a debate, aunque su participación en los crímenes más atroces adjudicados a esa organización da cuenta de le cercanía que tenía con su líder, Pablo Escobar. Sin embargo, el mito de “Popeye”, apodo que adquirió en el Ejército por su parecido al personaje de las caricaturas, ha crecido en gran medida gracias a sus propias historias y testimonios, que narran con lujo de detalles sus épocas de delincuente.
No hay muchos capaces de contradecirlo, los personajes de sus historias están hoy muertos en gran mayoría, o en cárceles en el extranjero. Por su parte, Popeye se entregaría a la justicia en 1992, un año antes de la muerte de Escobar, y pagaría una pena de 23 años en Colombia. Tras quedar nuevamente en libertad se dedicó a llevar sus historias de los años dorados de la mafia colombiana a YouTube.
Sobre él se han escrito libros, inspirado series de televisión y novelas, pero hoy su historia finalmente terminó, ya que desde la cárcel a la que regresó por incurrir en nuevos crímenes de extorsión, le fue diagnosticado un cáncer de esófago en fase terminal (estado IV), con metástasis en pulmones, hígado y otros componentes abdominales, que acabó este jueves con su vida.
Confeso asesino de más de 250 personas, de secuestros, extorsiones y atentados con bombas en varias ciudades de Colombia, estos son los crímenes más destacados que cometió en su carrera al lado de Escobar y los narcos de Medellín.
El último de los crímenes adjudicados a Popeye por la justicia colombiana fue el homicidio al director del Espectador, Guillermo Cano Isaza, el 17 de diciembre de 1986. Ese año, Velásquez Vásquez era jefe de sicarios del Cartel de Medellín y tuvo una participación crucial en la planeación y ejecución del asesinato al reconocido periodista colombiano.
Por este crimen, la Fiscalía le impuso una medida de aseguramiento en reclusión penitenciaria en mayo del año pasado, cuando estaba a pocos meses de recobrar la libertad tras regresar a prisión en 2018 por incurrir nuevamente en los delitos de extorsión y concierto para delinquir.
«Hay indicios que darían cuenta de su participación en una reunión en la que los cabecillas del cartel de Medellín, entre ellos Pablo Escobar, concertaron atentar contra Guillermo Cano Isaza por sus publicaciones contra la organización narcotraficante y definieron la forma y quiénes ejecutarían el crimen», indicó la Fiscalía en su momento.
Cano Isaza fue uno de los periodistas más valientes durante la era de los narcos, enfrentándose públicamente a Pablo Escobar desde las editoriales de su periódico, en donde denunciaba las actividades criminales en las que incurría quien hasta entonces era reconocido como un filántropo empresario de la ciudad de Medellín.
Al periodista lo mataron en la puerta de su diario, cerca de las siete de la noche, cuando sicarios al servicio del cartel de Medellín y presuntamente comandados por Popeye, esperaron que llegara en su Subaru Leone Wagon vino-tinto de placa AG 5000 para acercarse al vehículo y dispararle ocho veces en el pecho con una ametralladora.
En 2010 el crimen de Guillermo Cano fue declarado de lesa humanidad, pero aún sigue en la impunidad.
Asesinado en la plaza pública de Soacha, un 18 de agosto de 1989, cuando se disponía a dar un discurso en el marco de la campaña presidencial que lideraba para ese entonces, el magnicidio de Luis Carlos Galán pasó a la historia como uno de los crímenes más atroces ordenados por Pablo Escobar.
Galán era un opositor acérrimo de Escobar, y había hecho de la extradición el principal miedo de los narcos colombianos, su bandera de campaña a la Presidencia de la República.
En 2007 durante una entrevista, Popeye confirmó la autoría del crimen por órdenes de Escobar y de Gonzalo Rodríguez Gacha, alias el Mexicano, otro de los narcos más poderosos del Cartel de Medellín.
El sicario afirmó que hizo parte de varias reuniones donde Escobar y Gacha acordaron asesinar a Galán, algo que habían intentado sin éxito meses antes del atentado de Soacha.
Popeye dijo que el asesinato «fue planeado y dirigido por la clase política contraria a él. Yo lo he catalogado como un suicidio del doctor Galán porque a pesar de que sabía que el cartel de Medellín no era solo un informe de inteligencia, se fue para Soacha».
Su participación en el crimen fue asegurarse de contratar a los sicarios que cometieron el asesinato y pagarles una vez cometido el crimen. También compró la camioneta Mazda en la que movilizaron para ejecutar las órdenes de Escobar.
Popeye es confeso autor de muchos secuestros, pero dos de ellos fueron los de mayor notoriedad por tratarse de reconocidas figuras públicas quienes años después llegarían a los más altos cargos del Estado.
Tal fue el caso de Andrés Pastrana, quien gobernaría Colombia entre 1998 y 2002. Diez años antes, el 18 de enero de 1988 sería víctima de un secuestro que realizó personalmente el lugarteniente de Escobar, quien lo tuvo retenido durante ocho días con el fin de presionar al Gobierno para que aboliera la extradición, el castigo más temido por los narcos colombianos.
Para ese entonces Pastrana era candidato a la Alcaldía de Bogotá, cargo que finalmente ganó. Los sicarios que lo secuestraron lo esperaban a las afueras de su sede de campaña y después de pasarlo por varios vehículos terminaron recluyéndolo en una casa de un narco a las afueras de la ciudad. Pese a ser enviados por Escobar y sus secuaces, se identificaron como miembros del M-19, una guerrilla que operó en Colombia hasta 1991.
Durante su secuestro el expresidente colombiano se encontró cara a cara con el propio Pablo Escobar quien según ha contado Pastrana lo saludó con un “buenas noches, Andrés”. Pastrana le respondió: “Pablo, ¿buenas noches? Usted me tiene secuestrado y no sé si en el próximo minuto voy a estar muerto, ¿cuáles buenas noches?”.
Así le narró el encuentro a El Espectador: “Hablamos de las doce de la noche hasta las seis de la mañana. De la extradición y de la mafia, pues acababan de ponerle una bomba al Edificio Mónaco. Escobar me contó cómo casi le matan a su señora y a sus hijos. Hablamos de todo, de cómo metía la droga a los Estados Unidos y cómo manejaban el negocio. En un momento, me dijo que el viernes siguiente iba a secuestrar a Carlos Mauro Hoyos, procurador general de la Nación”. Así, Pastrana se enteró del episodio que paradójicamente sería clave para su liberación.
Años después, en prisión, el expresidente cuya profesión es periodista fue a entrevistar a su secuestrador, allí Popeye le pidió perdón personalmente por haberlo raptado.
Algo similar sucedió con otro famoso secuestrado del Cartel de Medellín, Francisco Santos Calderón, quien en 1990, año de su secuestro, era editor del periódico El Tiempo.
La verdad que se llevó a la tumba
Las entrevistas a Popeye eran famosas. En ellas el criminal al servicio de Escobar y los narcos del Cartel de Medellín hablaba sin tapujos sobre los atentados, asesinatos y demás actividades delictivas que cometió al lado del capo más temido de Colombia.
En más de una ocasión, Popeye señaló a instituciones y personalidades del Estado Colombiano que participaron en varios de esos crímenes y que propiciaron el gran poder que logró acumular Escobar.
Tal es el caso de la bomba al avión de Avianca, sobre la cual Popeye dijo que fueron los agentes del DAS quienes subieron el explosivo al vuelo, el cual causó la muerte a 110 personas. O los señalamientos que ha hecho al expresidente Álvaro Uribe Vélez, de quien ha dicho que cuando fue gerente de la Aeronáutica Civil, autorizó la pista de la hacienda Nápoles sabiendo que desde ahí Escobar enviaba droga a los Estados Unidos.
Pero hay una verdad que nunca fue revelada por Popeye, y es lo que sabe sobre “el hombre más poderoso de Colombia”.