Como un aporte neurológico- a la discusión de las propuestas de cambios del Código del Menor, debemos reconocer que sí, hay personajes que nacen con alteradas personalidades psicóticas, con pervertida conducta moral desde los inicios de sus días. Ese psicópata, tiene el sentido moral obtuso, lo que significa, que no siempre es la sociedad y sus carencias la causante de esas conductas antisociales. Con el agravante de que no existe hasta hoy ninguna terapia de rehabilitación exitosa en estos casos.
Hay una condición neurológica, menos grave que el psicópata, sobre la que hoy ¨conversaremos¨, es el niño hiperactivo con déficit de atención. Es el problema del comportamiento más común en la infancia, constituye la enfermedad crónica más frecuente del periodo escolar y representa un problema complejo, debido a que aparece en edades tempranas, repercute en la vida diaria del niño y existe la gran probabilidad de que persista toda la vida. No quiere esto significar que los niños hiperactivos sean en su mayoría candidatos a conductas bizarras desde la infancia.
Como toda entidad médica en estudio, son numerosas las teorías planteadas para explicarlo, pues desconocemos a ciencia cierta sus causas. Los estudios de genética, han aportado información sobre la importancia que desempeñan los genes en su producción. Fue en el 1902, que el pediatra inglés Dr. George Frederick Still, publicó una serie de niños que cursaban con falta de atención y trastornos conductuales secundarios, el lo llamó en la ocasión un ¨defecto mórbido de control moral¨. En esa oportunidad enfatizó que estos niños tenían: conducta desafiante, desobediencia, agresividad, inatención, actitud rencorosa, falta de honestidad y tendencia a verse envueltos en ¨accidentes¨. Es a partir de los años cuarenta que se empieza a asociar a daño cerebral mínimo, como se le llamó en la ocasión; pero no es hasta los años ochenta, que en el DSM IV se acuña el término de Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH).
Lo factores familiares no son los productores del TDAH, pero sí se acepta que mantienen e incluso amplifican los síntomas. Padres demasiado estrictos y en el otro extremo los muy permisivos los abuelos-, son elementos que si los unimos a padres con adicción, con trastornos de personalidad, que en sus normas familiares carecen de la capacidad de la interiorización de reglas sociales de convivencia; alteraciones de disfunción familiar, carencias afectivas y materiales, se ha comprobado empeoran la conducta hiperactiva en ellos.
Este síndrome neurológico, afecta del 3 al 5% de la población infantil, por lo que se hace de vital importancia hacer el diagnóstico correcto, que se hará en base a testigos válidos, los familiares, los profesores, los vecinos, etc. La aplicación de baterías de evaluación psicológica, descartar alteraciones metabólicas, etc., son de vital ayuda. La participación del neurólogo en estos casos es para valorar si hay daño cerebral.
Se ha comprobado que el inadecuado manejo de estos niños tempranamente, provoca mayor índice de deserción escolar, conductas violentas en la adolescencia y la adultez, mayor caída en la drogadicción, mayor índice de separaciones maritales, violencia intrafamiliar, deserción en los trabajos, conductas delincuenciales, e inestabilidad social. Sólo con estos ejemplos tenemos para entender la importancia de evaluar apropiadamente a ese niño enfermo, preferiblemente antes del tercer año.
El tratamiento farmacológico es fundamental (nunca usar sedantes), unido a la psicoterapia junto al resto de la unidad familiar. Es preferible el manejo temprano de ese pequeño, para evitarnos en la vida adulta un personaje ¨atípico¨, con incapacidad de manejar sus inteligencias emocional y social. Como ¨nadie los comprende¨, los divorcios abundan, el abandono de los trabajos es lo común, envueltos en camorras frecuentemente y si se trata de de ser lideres, en la más de las veces son para delinquir. Las adicciones a alcohol y drogas son muy frecuentes, pero felizmente éste niño con alteración de atención, es salvable con adecuado manejo, no así el psicópata, que es irreversible.