Este es el último artículo de la serie sobre el libro “Olvidos y Ficciones. Cartagena de Indias (1580-1821)”, escrito por mi gran amigo, el historiador Alfonso Múnera Cavadía. En el artículo anterior me referí a los capítulos II, III y IV, pero más que nada el Epílogo, en el cual el autor sintetiza su pensamiento.
El Capítulo V está titulado “Los odios del General Mariano Montilla”. En este capítulo se aborda la rivalidad entre el general Padilla y el general Mariano Montilla. Dos seres distintos por su origen, por su educación y, sobre todo, por el color de su piel. El capítulo recorre con amplitud las diferencias entre los dos generales. Finaliza con una conclusión interesante: “Los dos generales no podían ser más distintos: el uno, enfermizo y poseído de su tez blanca y de refinada educación formal, caraqueño de gustos europeos. El otro, de tez oscura, mulato de origen popular, carente de educación formal, pero de gran fortaleza física y muy despierta inteligencia. Ambos talentosos y experimentados militares, pero en la época en que les tocó actuar, estaban condenados al enfrentamiento y la aniquilación del otro. Montilla cultivó el odio y la maledicencia en sus numerosas cartas…”(p. 213) Padilla decía que el principal enemigo de Cartagena era Montilla. Y la conclusión es lapidaria: “El enfrentamiento cada vez más grave entre estos dos generales prefiguró el país que había creado la república, que desde 1826, daba muestras de profundos agrietamientos”. (p. 218)
General Mariano Montilla. General José Prudencia Padilla
El último capítulo, el número VI, titulado “La muerte del almirante mulato y el racismo republicano”. En este capítulo Múnera hace una crítica directa a Simón Bolívar por su posición contra Padilla, inducido, dice el historiador, por Montilla. Cito algunos párrafos muy interesantes y críticos hacia el libertador de la Gran Colombia:
“Que Bolívar fue un gran patriota y militar, nadie podría ponerlo en duda. (…) Pero que esos conceptos de patria y ese “patriotismo” tuvieron siempre el rostro biforme de Jano debe ser considerado sin temor. Rostro de dos caras: la que prometía el disfrute de la igualdad en los espacios de la vida pública y privada para aquellos que en la colonia la tuvieron en gran medida entre ellos, los criollos, desde los viejos días del imperio, y la que negaba esa igualdad (…) a quienes se les había negado de siempre. En el nada orden democrático, la república de Bolívar no proponía mayores cambios (…). Porque es honesto decir que, Bolívar y sus seguidores detestaban y se opusieron abiertamente a una democracia que le diera cabida y posibilidad de ejercer el poder a lo que él llamaba “la pardocracia”, que a menudo no tenía otro significado que el de cobijar en esa palabra a “la gente de color”, al que no era tenido por blanco, es decir a la inmensa mayoría de la nación.” (p.239)
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“No le bastó, quizás a Bolívar, ser el personaje central en la independencia de seis naciones, su héroe idolatrado, y quiso, además, gobernarlas con mano firme, lo que le llevó a errores tan graves como el tener que declararse dictador, título que aborrecía porque pensaba que iba en desmedro de su gloria, el que cometió al estimular y patrocinar el espantoso acto de degradar, fusilar y ahorcar al mulato José Prudencio Padilla. Su derrota final tuvo la misma radicalidad de sus triunfos”. (p. 242).
Duras las afirmaciones de Múnera en torno a Bolívar, pero que comparto en su totalidad. La mayoría de nuestros próceres defendían la construcción de naciones basadas en los mismos basamentos de la colonia: privilegio de los blancos y exclusión de los negros y mulatos. El discurso oficial en casi todas las naciones de América Latina constituye la prueba más fidedigna de esta afirmación.
En el epílogo, Múnera sintetiza su pensamiento desarrollado a lo largo del libro. De mi lectura de su obra pude extraer estas ideas:
- El discurso de los historiadores colombianos, desde el siglo XIX, iniciado con José Manuel Restrepo, no aparece el papel jugado por los negros y mulatos; así como tampoco es tomado en cuenta la participación de una zona tradicionalmente olvidada: el Caribe colombiano, especialmente Cartagena de Indias, la más cosmopolita de las ciudades caribeñas en Colombia.
- Cartagena jugó un papel protagónico en el comercio internacional, más aún, en el desarrollo del capitalismo moderno; fue también un puerto de entrada de miles de esclavos.
- La historia oficial colombiana no reconoce el papel de personajes como José Prudencio Padilla, por el contrario, fue sacrificado por sus propios compañeros de lucha.
La lectura de este libro me dejó pensando mucho. Creo que necesitamos escribir la historia, y mirarla con ojos críticos. Creo que Múnera hace un trabajo magnífico rescatando del olvido no solo a Cartagena, sino a todo el Caribe colombiano en el relato histórico dominado por los andinos. Se impone un diálogo crítico y sincero entre los historiadores de ese gran país.
El libro de Múnera demuestra la reflexión de un historiador que ha vivido y ha reflexionado. La erudición demostrada y evidenciada en el manejo de las fuentes y las referencias bibliográficas, plasmada en una pluma rítmica y de fácil lectura. Invito a leer este libro que puede ser obtenido también por las vías del maravilloso mundo digital. Un libro para pensar y aprender que el discurso aprendido no es eterno ni estático. Que necesitamos hacernos nuevas preguntas para entender mejor nuestras historias y nuestras realidades.
Alfonso Múnera (2021). Olvidos y Ficciones. Cartagena de Indias (1580-1821). Bogotá. Editorial Planeta Colombiana.