Copenhague.– La crisis política que acabó con la renuncia del primer ministro de Islandia, el centrista Sigmundur David Gunnlaugsson, por su vinculación con los papeles de Panamá ha planeado sobre la campaña electoral para los comicios legislativos del sábado.
Las revelaciones periodísticas sobre la sociedad que Gunnlaugsson y su esposa habían poseído en las Islas Vírgenes y en la que depositaron casi 4 millones de dólares en bonos de bancos islandeses desataron una oleada de protestas que hizo recordar a las surgidas ocho años antes, durante la crisis económica.
La presión popular y política forzó la pasada primavera la renuncia de Gunnlaugsson, que cuatro años antes había llevado al Partido Progresista -habitual “hermano” pequeño del Partido de la Independencia- a duplicar su apoyo y hacerse con el poder, ya que el presidente islandés le mandó formar gobierno pese a quedar ligeramente por debajo de su socio.
Sigmundur David Gunnlaugsson pasó de ser un héroe popular por su oposición a los acuerdos con Reino Unido y Holanda en el caso del banco Icesave y a la entrada en la UE, a salir por la puerta de atrás, una caída completada hace semanas con la pérdida de la presidencia del partido, aunque se presentará igual a los comicios.
El proyecto estrella de su campaña hace cuatro años, un programa para condonar parte de la deuda hipotecaria de los hogares, tuvo un alcance muy modesto -apenas una cuarta parte de lo prometido- y benefició sobre todo a las rentas más altas.
La lucha contra la corrupción ha sido una de las consignas de la oposición, sobre todo del Partido Pirata -al que los sondeos apuntan como la gran revelación de los comicios-, ya que no solo Gunnlaugsson aparece en los papeles de Panamá, sino también otros ministros y políticos conservadores y centristas.
Cuestiones como la mejora de la sanidad pública, la situación de los pensionistas y la vivienda han ocupado también un espacio preferente en el debate, mientras que la posible adhesión a la Unión Europea ha tenido un lugar residual.