La levedad con que es vista por muchos la variante del virus SARS-CoV-2 que ahora prolifera con más intensidad de transmisión causa aproximadamente el mismo número de defunciones en Estados Unidos que las ocurridas antes de la llegada de la ómicron y alrededor de 150 mil hospitalizados en solo 24 horas.
Su parecido a la gripe común y a la influenza que asusta menos crea una falsa sensación de seguridad en todas partes, pero que en República Dominicana debe ser desalentada con pasos firmes antes de que sea tarde.
Se actúa certeramente en el país al procurar la mayor obligatoriedad posible a la inoculación del refuerzo consistente en una tercera dosis que en alto porcentaje preserva a las personas de las manifestaciones graves y mortales de la enfermedad.
El regreso a la dureza de los precios altos
Tratándose de una mutación de acelerado desplazamiento, es mayor su llegada a organismos humanos con defensas debilitadas por enfermedades preexistentes o incapacidades adquiridas o congénitas para reaccionar contra la infección.
Aquí permanece muy abierta la brecha entre vacunados incompletos y el porcentaje de ciudadanos que llenaron el ciclo inmunizador como procede para la protección colectiva.
No cabe ninguna concesión ni mínima tolerancia a quienes persisten absurdamente en rechazar la dosificación salvadora y menos a quienes públicamente promueven la negación en conflicto con la ley por implicar que llevaría al fracaso la campaña nacional contra la muerte.