Cada percepción, cada escena está conformada en nosotros
Todos tenemos recuerdos, la mayoría gratos y otros menos gratos. Cada percepción, cada escena está conformada en nosotros, lo pretendamos o no, lo sepamos o no. Somos los directores de la película mental que estamos rodando, pero también somos su tema: cada fotograma neuronal, cada momento es particular, en lo profundo de nuestros cerebros, de manera consciente o inconsciente somos sus actores y directores. Pero entonces ¿cómo se mantienen unidos nuestros fotogramas en el órgano rector, cómo alcanzamos que esos momentos transitorios los podamos repetir y hacerlos una nueva vivencia la más de las veces de manera muy grata?
No solo se trata de momentos perceptivos, de simples momentos fisiológicos –aunque estos subyacen a todo lo demás- sino que son momentos vividos esencialmente personales que parecen constituir nuestro mismo ser y formar la personalidad. Las áreas en el cerebro que se encargan de elaborar y almacenar los recuerdos son principalmente: el núcleo amigdalino; el cual es una estructura profunda una «avellana» en el lóbulo temporal, parte del sistema límbico, que es esencial para almacenar los recuerdos emocionales como el miedo y la ira.
Luego sigue el hipocampo, esa parte de este sistema límbico que maneja nuestros recuerdos, este participa en la codificación y en la consolidación de la memoria, hace que perduren nuestros recuerdos. Claro, además se necesita de la corteza cerebral para que discrimine y organice el pensamiento, principalmente el área frontal ascendente, que nos hace seres sociales.
Los recuerdos dependen de nuestra capacidad para rememorar los detalles sobre el mundo que hemos vivido. Para convertir los recuerdos en experiencias reales el cerebro necesita primero fusionar y crear un todo integrado, pues en el cerebro no tenemos «fotografía». Es decir que si pensamos en el pastel de la abuela esa exquisitez no está en un solo locum neuronal en el cerebro, sino que olor, aroma, textura, forma, etc., están en áreas dispersas del cerebro y por evocación se reúnen en una sola imagen, en un recuerdo. Existen factores que tienen que ver con la cohesión de la memoria (estudiar, los crucigramas, socializar, etc.).
Si usted vio un pastel parecido al de esa grata infancia, ¿cómo funciona el cerebro? Usted mira y evoca el pastel, entonces el área visual procesa la imagen, esto es en el área occipital que es el área cerebral con la que vemos. De aquí viaja el estímulo al área de Broca, la que maneja la memoria de las palabras, esta área se encuentra ubicada en el lóbulo frontal izquierdo y se considera que es el área que maneja el lenguaje expresivo.
Pero aun ahí todavía esta área no logra dar con el nombre correcto del pastel de la abuela. Por segundos «tartamudea» en el mismo cerebro hasta que llega el estímulo al hipocampo y es donde se establecen las alternativas de lo emocional, se logra el nombre correcto hasta del relleno del pastel, rememorando la compañía y la plena alegría de esos momentos vividos en esa infancia feliz, es decir se encarga de los aspectos emocionales de esa evocación de la memoria. En ese momento sentimos el sabor de ese manjar, lo gratamente vivido, el olor del pastel, se complejiza el pensamiento y este pensamiento vuelve renovado de nuevo al área de Broca para un re-almacenamiento.
A su vez cada idea se convierte en el disparador de la memoria estimulando paquetes neuronales que están jerarquizados de acuerdo a su tiempo de almacenamiento, hasta que se alcanza la idea potencialmente útil, y darle entonces vida actual al recuerdo que evocamos.
Todos tenemos recuerdos, muchos de ellos cargados de gran emoción como: decir el discurso de ya se leer (mi primer discurso a los 6 años) momentos de la infancia como un día de Reyes, los encuentros familiares con todos los seres queridos, el nacimiento de hijos y nietos, empezar la universidad, las recepciones con la reina Isabel en el Palacio de Buckingham, degustar un exquisito tinto, un Petrus (Pomerol), etc. Por eso es tan triste la enfermedad de Alzheimer, ella nos borra de lo que vivimos a los mayorcitos, se lleva los recuerdos.