La extrema derecha dominicana sigue imponiendo su agenda en perjuicio de los dominicanos, con el apoyo del gobierno contando con la ingenuidad o indiferencia y la manipulación de buena parte de la población.
Así, la malhadada sentencia del Tribunal Constitucional, cuya ejecución condena a la apátrida a miles de dominicanos de origen haitiano de hasta 85 años, es opuesta a la propia Constitución del 2010 que se aprobó a instancias de Leonel Fernández y el PLD, primero porque ésta específica que son dominicanos por las constituciones anteriores, porque ésta señala la no retroactividad de la ley y porque le da vigencia constitucional a las decisiones de los organismos internacionales.
Sin embargo, cientos de miles de haitianos que pasan por lo frontera pagando peaje a las autoridades de turno y le quitan su trabajo a los dominicanos, está generando una situación social explosiva para más temprano que tarde.
La arrabalización creciente en las ciudades, la entrega de los cultivos, las construcciones y gran parte de los empleos a extranjeros, el abandono tradicional de la atención a la educación, salud esta última que también sufre, con el apoyo de autoridades eclesiásticas que en nombre de la vida condenan a la muerte o al envilecimiento, a millares de madres y niños en peligro, o violentados brutalmente, en virtud de lo cual la violación y los crímenes callejeros y domésticos están a la orden del día en nuestro país.
La nueva Ley, en lugar de aliviar las condiciones de los hijos de esta tierra, han abierto las puertas de par en par a nuevas oleadas de inmigrantes indocumentados, cuyo futuro es la explotación indefinida de los empleadores tradicionales y los malos gobiernos, con la complicidad manifiesta de la Junta Central Electoral; la Dirección de Migración; así como del Partido en el poder y sus aliados abiertos y encubiertos.
A espaldas de lo que está pasando en Europa y el resto de América, vamos paso a paso retrocediendo hacia el oscurantismo y el control medieval de nuestra grandes mayorías; mientras extranjeros de todos los continentes se apoderan de nuestras riquezas y empleos; y gozan a su antojo de nuestras bellas tierras.