Luego de la salida del escenario político de los tres grandes líderes: Bosch, Balaguer y Peña Gómez, una cantidad importante de dirigentes de dichos partidos, esto es: PRD, PRSC y PLD, no pudieron convertirse en líderes auténticos de sus partidos ni alcanzar la presidencia. El PRM como organización más joven, necesita un análisis diferenciado.
En el PRD, después de Peña Gómez, dirigentes importantes y con gran capacidad, no lograron crear bases estructurales fundamentales. Le dedicaron más tiempo a actividades importantes en determinados grupos sociales, pero que, en cierto modo, no dejaron de ser elitistas. Eso permitió que en las elecciones del 2000, a pesar de haber surgido varios candidatos con mucho tiempo de militancia y bastante prestancia interna, se impusiera Hipólito Mejía. Por su trabajo permanente en las bases urbanas y rurales.
Aunque surgieron otros dirigentes con potencialidad para convertirse en líderes, las luchas internas y el mal manejo de la estructura partidaria los condujo, por una parte a la división, y por la otra, a menguar su presencia nacional. Colocando el PRD a nivel de luchar por alcanzar el porcentaje mínimo necesario para mantenerse dentro del grupo privilegiado de los mayoritarios.
Eso provocó el surgimiento del PRM, el cual, además de dos dirigentes importantes como Hipólito Mejía y Luis Abinader, logró compactar un grupo prestante de dirigentes históricos, que los llevó a colocar dicha organización como el otro partido grande a nivel nacional.
En el PR, convertido más tarde en PRSC, solo sobresalía la figura de Balaguer, aun existiendo dirigentes con potencialidades. Luego de la salida de Balaguer, Jacinto Peynado y Carlos Morales, dos que pudieron convertirse en herederos por haber sido vicepresidentes, no fueron capaces de llevar a cabo acciones conjuntas. Se dividieron y se diluyeron.
Varios dirigentes reformistas forjaron liderato local, tanto provincial, municipal como regional, pero las pugnas les impidieron alcanzar niveles con posibilidades reales de convertirse en presidentes. Hoy dicho partido también lucha por la subsistencia y por tener acceso al presupuesto privilegiado de los denominados partidos mayoritarios.
En el PLD, ayudados por Bosch y Balaguer, lograron llevar a la presidencia a Leonel Fernández. A partir de ahí, los peledeístas entendieron que el pragmatismo debía imponerse, y ajustaron o acomodaron sus predicamentos a lo que entendían era la realidad nacional, logrando el poder en varias ocasiones. Y desde la desaparición de los grandes líderes, Leonel Fernández y Danilo Medina se han mantenido en el poder, con la excepción del período que ocupó Hipólito Mejía, del 2000 al 2004.
Hoy día solo se puede hablar de dos posibilidades reales para las elecciones del 2020. Que el PLD continúe en el poder, o que lo asuma el PRM, porque muchas de las demás organizaciones en cierta medida dependen de las decisiones de los dos partidos verdaderamente mayoritarios. A menos que pueda surgir algo inusitado, no contemplado en este momento. O sea, que todo luce indicar que el destino electoral del 2020 dependerá de cómo se manejen internamente el PLD y el PRM. Cualquier otra cosa es puro espejismo.